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«Por mi sangre, mi honor, mi Dios, juro dar libertad a Brasil: ¡Independencia o muerte!». Con estas palabras fue como el príncipe heredero Pedro I proclamó el 7 de septiembre de 1822 la independencia de Brasil, un largo proceso que permitió romper lazos con Portugal.
Lo sucedido en aquella ocasión, conocido como «Grito de Ipiranga» (que incluyó a Dios entre las palabras pronunciadas), aconteció en las afueras de San Pablo y a diferencia del resto de los procesos independentistas latinoamericanos, lo acontecido en Brasil no estuvo tan marcado por la sangre, sino más bien por el liderazgo de un integrante de la familia real lusitana.
Una vez proclamada la independencia, Brasil optó por la monarquía, que perduró hasta 1889, siendo el régimen monárquico más duradero de toda América.
Bicentenario y un mensaje de la Iglesia
Este 7 de septiembre Brasil conmemora los 200 años de aquel hito que cambiaría para siempre el destino del país sudamericano. Más allá de avances y retrocesos que acompañaron estos años de vida independiente, la Iglesia tampoco quedó ajena a la conmemoración.
En las últimas horas fue el arzobispo de Belo Horizonte (MG) y presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), monseñor Walmor Oliveira de Azevedo, quien difundiera cuna reflexión sobre el 7 de septiembre y el bicentenario de la independencia.
Se trató de un mensaje con énfasis en el llamado a cultivar la valentía cristiana, fundamento para el ejercicio de la ciudadanía, tal cual recuerda la propia Iglesia de Brasil a través de su sitio web.
«La valentía es fundamental para que demos nuevos pasos en la consolidación de una independencia soñada hace doscientos años, pero que, para hacerse efectiva, requiere de la entrega de cada uno», expresó el obispo.
Walmor Oliveira también recordó que la conquista de la independencia de Brasil es un proceso con avances y retrocesos. Y señaló: «Una nación verdaderamente independiente y democráticamente soberana no se doblega a los intereses económicos de un mercado indiferente a las desigualdades sociales».
En ese sentido, el presidente de la CNBB también indicó que reafirmar la independencia significa no tolerar ataques a la democracia e instituciones.
Superar problemas y oportunidad para renovar compromiso
«Brasil necesita con urgencia transitar nuevos caminos para superar los problemas que van en dirección opuesta a la independencia. Los indicadores muestran que el hambre ha avanzado más rápidamente en Brasil en los últimos dos años. Queda la pregunta: ¿hay independencia en un país con más de 32 millones de personas atrapadas en el hambre? También debe considerarse la grave degradación ambiental que consume nuestros bosques, contamina océanos y ríos y arrebata nuestras montañas, imponiendo sacrificios a gran parte de la población», añadió el obispo de Brasil.
Por último, además de referencias al papa Francisco y aquello de la encíclica Fratelli Tutti con respecto a la realización de una política mejor encaminada a promover el bien común (Brasil vive un año electoral), el arzobispo insta a que aquel grito que resonó a orillas del río Ipiranga hace 200 años pueda inspirar gestos cotidianos, capaces de hacer de Brasil una nación cada vez más soberana, con menos desigualdades sociales, más justicia y paz.
«Que la celebración de la independencia sea más que una fiesta nacional, sea una oportunidad para renovar el compromiso de todos los brasileños y brasileñas en la construcción del país que todos queremos», sentenció.
