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Hermana Thomasita Fessler: Arte desde el convento

SR THOMASITA
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Sandra Ferrer - publicado el 10/09/22
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Compaginó su vida religiosa con la creación de obras de arte sacro

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Acudir a la iglesia supone un momento de paz; de encuentro con Dios; de oración. Sus retablos, esculturas, vidrieras, ayudan a crear una atmósfera de recogimiento. Unas son obras maestras de un pasado muy lejano, pero otras surgen de la mano de genios más recientes. Muchas de nuestras iglesias tienen imágenes creadas por manos anónimas. Hoy rescatamos la figura de una de esas artistas geniales. Una religiosa del siglo XX que quiso consagrar su vida a Dios y lo hizo de la mejor manera que sabía, creando obras de arte.

Majella Nicola Fessler nació el 23 de febrero de 1912 en Milwaukee, Wisconsin. Era una joven como cualquier otra, que acudió a la Escuela Elemental del Sagrado Corazón y a la Academia de Saint Mary. Desde joven sintió la llamada de la vida religiosa por lo que a los suyos no les extrañó que en 1929, cuando tenía diecisiete años tomara el hábito en la congregación de las Hermanas de San Francisco de Asís.

Convertida en la hermana Mary Thomasita, además de volcarse en la vida conventual, continuó estudiando. En 1935 conseguía un grado en Educación por la Universidad de Wisconsin. Desde entonces añadió una nueva tarea a su ya intensa vida, la de maestra, cargo que ejerció en un instituto de Colorado durante cinco años y en la Academia de Saint Mary donde ella misma había estudiado durante seis años más. En 1947 consiguió un Máster en Bellas Artes.

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La hermana Thomasita era nieta de un reputado arquitecto, Erhard Brielmaier, del que seguramente heredó su pasión por las estructuras y el arte. Fundó el Departamento de Arte del Cardinal Stritch College y la galería de arte conocida como San Damiano Studio. Allí, durante décadas, no solo creó alrededor de seiscientas pinturas, infinidad de crucifijos, tallas de piedra y esculturas para altares. La hermana Thomasita quiso transmitir su pasión por el arte sagrado a niños y jóvenes aspirantes a artistas. Para ella, “la naturaleza es el arte de Dios y el arte es la naturaleza del hombre.”

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Convencida de que el arte aportaba sensibilidad a la humanidad y la acercaba más a Dios, la hermana Thomasita dio clases en su propio estudio, charlas y cursos en universidades como la Universidad de Notre Dame o la Catholic University y conferencias por medio mundo transmitiendo su pasión artística. Ataviada con su hábito de religiosa, dejaba impresionado a todo aquel que la escuchaba y observaba su obra. Tal fue la repercusión de su figura y su obra que en 1953 fue protagonista de un artículo en la prestigiosa revista LIFE.

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Muchas de sus piezas artísticas se encuentran en la actualidad en colecciones privadas y museos locales. Pero sobre todo iluminan y embellecen algunas de las muchas iglesias de los Estados Unidos. Con su sencillo hábito y un pincel en la mano, artista incansable, no dejó nunca de alabar a Dios a través de su genio creativo.

A su muerte, el 1 de abril de 2005, la hermana Thomasita Fessler hacía pocos meses que había cerrado las puertas de su querido estudio de San Damiano. Las fuerzas, a sus noventa y tres años, ya no eran las mismas de años atrás. La belleza de sus obras religiosas siguen acompañando las oraciones y la Eucaristía de miles de fieles en su país natal.

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