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En comparación con la literatura antigua tardía en general, las narraciones bíblicas parecen dejar mucho a la imaginación del lector cuando se trata de describir a sus personajes principales. La Biblia no describe, por ejemplo, ninguna de las características físicas de Moisés o David. Solo sabemos que el primero podría haber sido tartamudo (o que en realidad no hablaba el mismo idioma de las personas a las que guiaba por el desierto) y que el segundo era más bajo que Goliat, el gigante, lo cual no es decir mucho, la verdad.
Es cierto que mirando algunos nombres y aprendiendo su significado etimológico, se pueden descifrar algunas cosas. Esaú, por ejemplo, podría significar "pelirrojo" o "hirsuto"; lo que sugiere que era peludo y, quizás, un poco pelirrojo. Luego, por sorprendente que sea, los Evangelios dicen muy poco (de hecho, casi nada) sobre el aspecto de su personaje principal, Jesús, y mucho menos sobre el de los apóstoles.
Lo mismo ocurre con María, ya que las escrituras tampoco dan muchos detalles sobre su aspecto. Por eso, los artistas tuvieron que confiar, desde los albores del cristianismo, en el canon artístico de su época, más que en el testimonio escrito real de las primeras comunidades cristianas, cuando buscaban retratar a su Mesías y su madre en iconos o frescos.
Uno de esos artistas, sostiene la tradición, es también el autor de uno de los Evangelios. La tradición cristiana ha atribuido a Lucas muchos talentos diferentes, uno de ellos el de ser un pintor excepcional, y el autor del primerísimo "retrato" de la propia María. Considerado el más literario de todos los evangelistas, no sólo se le atribuye el Evangelio según Lucas y los Hechos de los Apóstoles; sino que las iglesias orientales lo consideran el iconógrafo original, responsable de "escribir" el primer icono de la Santísima Virgen María.
En los Hechos de los Apóstoles, Lucas narra el naufragio de Pablo en Malta en el año 60. Así llegó el cristianismo a esta isla en el corazón del Mediterráneo. Desde entonces, y aún hoy, los malteses se encuentran entre los católicos más apasionados del mundo y tienen una relación especial con la Virgen María.
El pequeño archipiélago tiene más de una iglesia por kilómetro cuadrado, y la mayoría están dedicadas a Nuestra Señora. Algunos son conocidos por numerosas oraciones contestadas, que se han producido a lo largo de los siglos. Así lo confirman los numerosos exvotos, que son testimonios de milagros recibidos. Aquí compartimos las (milagrosas) historias de cinco de estas iglesias.
Nuestra Señora de las Ruinas: Nuestra Señora Tal-Ħerba
En el corazón del antiguo pueblo de Birkirkara, hay una iglesia dedicada a la Virgen María; que, aunque pequeña, sigue siendo uno de los santuarios más conocidos y visitados del archipiélago. Originalmente, fue construido en medio de escombros y ruinas; probablemente de ahí el nombre de Nuestra Señora Tal-Ħerba (que significa, aproximadamente, "de las ruinas"). En su cuadro titular, se representa a la Virgen con Jesús en brazos, contemplando las almas del Purgatorio. La fecha de construcción del santuario original es incierta; pero ya en el siglo XVI era un conocido destino mariano. En 1615, el obispo de Malta se refirió a esta iglesia como Tal-Ħerba, un santuario dedicado a la Asunción de María.
Tal-Ħerba tiene que ver con la misericordia: un torrente de gracias ha llegado a los fieles que han rezado a la Santísima Virgen María ante su imagen en la pequeña iglesia de Tal-Ħerba. Numerosos exvotos son testimonio de estas gracias recibidas: pequeños cuadros donados al santuario en acción de gracias, que representan la gracia recibida. Hay más de 500 exvotos en el santuario de Nuestra Señora Tal-Ħerba, y algunos datan de finales del siglo XVI.
Las pinturas fueron encargadas a pintores conocidos como madonnari. Algunas son rudimentarias y muy sencillas, otras más elaboradas; unas son don de personas concretas, otras de grupos. Entre los temas más recurrentes se encuentran los relativos a la vida marítima. De hecho, los malteses a menudo se empleaban en la navegación; como corsarios o al servicio de la Orden Hospitalaria primero, y luego de la Corona británica. Tormentas, batallas, enfermedades y los peligros de la navegación son los motivos por los que estos hombres elevaban sus súplicas a la Virgen.
Si bien este tipo de tema se encuentra en muchos santuarios marianos en la isla de Malta, el santuario de Tal-Ħerba también se caracteriza por varios exvotos de mujeres que pedían a la Virgen María un embarazo y un parto saludables después de sufrir un aborto espontáneo. Muchas pinturas muestran a una mujer, a menudo representada todavía en la cama, con su hijo recién nacido, nacido vivo por intercesión de la Virgen; a veces incluso con su hijo muerto de un parto anterior, o con sus otros hijos, reunidos a su alrededor mientras les enseña a rezar a Nuestra Señora de Tal-Ħerba.
Santuario y Gruta: Nuestra Señora de Mellieħa y Nuestra Señora Tal-Għar
El Santuario Nacional de Nuestra Señora de Mellieħa es el más antiguo del archipiélago maltés. Tiene una larga historia envuelta en misterio y tradición. Una de las tradiciones más antiguas cuenta que el evangelista Lucas pintó el fresco de la Virgen que se conserva en este santuario durante su estancia en Malta con San Pablo en el año 60. Otra tradición dice que unos obispos católicos visitaron la cueva en el año 409 y la consagraron como iglesia. Sea como fuere, el icono actual es de origen siciliano-bizantino tardío, probablemente del siglo XIII. En los siglos siguientes, la devoción al icono aumentó considerablemente. Los peregrinos aquí siempre han pedido gracias a la Virgen María. Los numerosos exvotos conservados en la sacristía revelan que no tardó en concederlos.
La iconografía de la pintura refleja la definición del Concilio de Éfeso (431) de María como Theotokos, mientras Nuestra Señora lleva a Jesús en sus brazos. El trabajo de restauración reveló algunos secretos del icono sagrado: la inscripción "MAT DEI", abreviatura de "Madre de Dios", y una flor o estrella en la frente de Nuestra Señora que representa su virginidad eterna. Los detalles perlados de los dos halos, de Nuestra Señora y Jesús, representan la luz y el brillo, y los trazos de color oscuro en el halo del Niño, cuando se conectan, forman una cruz dentro de él. El color original del velo de la Virgen María era un tono rojizo fuerte, el color imperial, símbolo de la realeza. El santuario de Mellieħa es parte de la Red Mariana Europea, que une a 20 santuarios marianos de 20 naciones diferentes.
Cruzando la calle, justo debajo del santuario (unos 50 escalones más abajo), se encuentra la cripta subterránea de Nuestra Señora Tal-Għar, una capilla del siglo XVII excavada en la roca gracias al gran amor de un comerciante siciliano, Mario de Vasi, un visitante frecuente del santuario de Nuestra Señora de Mellieħa. Por su deseo, también se encuentra en la cueva una estatua blanca de Nuestra Señora con el Niño Jesús en brazos. Una leyenda dice que la estatua fue traída de esta capilla al santuario en tres ocasiones diferentes y cada vez la encontraron de nuevo en su lugar original en la capilla subterránea. Ha permanecido allí desde entonces.
En 1887, 1888 y 1948 se produjeron una serie de hechos milagrosos, todos ellos registrados en documentos conservados en los archivos del santuario: varios grupos de personas, en diferentes días y en diferentes momentos, reunidos en oración, vieron la imagen de la Virgen María moviendo su mano derecha vertical y perpendicularmente, haciendo la señal de la cruz. A lo largo de los años, miles de peregrinos han visitado este santuario subterráneo y rezado a Nuestra Señora Tal-Għar, atribuyéndole muchas intervenciones y curaciones milagrosas, tanto espirituales como temporales. La curación y el nacimiento de un niño se encuentran entre las gracias más solicitadas. Las paredes de la capilla están cubiertas de testimonios escritos de personas que han recibido la gracia solicitada.
Los Tres Avemarías, Nuestra Señora de Ta’ Pinu
Los inicios de la devoción a Nuestra Señora Ta’ Pinu son antiguos. Antes de tomar el nombre de Ta’ Pinu, la iglesia local era una pequeña capilla dedicada a la Asunción. En 1575, el visitador apostólico Mons. Pietro Dusina, delegado del Papa Gregorio XIII, la encontró en muy mal estado y ordenó su demolición. Cuando comenzó la demolición, un trabajador se rompió el brazo al primer golpe: este episodio fue considerado una señal divina y la capilla no fue demolida. La propiedad de la capilla cambió muchas veces, hasta que Pinu Gauci (de ahí el nombre Ta’ Pinu) pagó por su restauración; y también encargó la pintura de la Asunción de la Santísima Virgen María para el altar mayor.
En 1883, esta modesta y casi desconocida capilla rural se convirtió en escenario de hechos milagrosos. El 22 de junio, al pasar frente a la antigua capilla, una campesina de nombre Carmela Grima escuchó la voz de una mujer invitándola a entrar. La misma voz le pidió que recitara tres veces el Avemaría. Más tarde le contó el incidente a un amigo, Pietro Portelli, y descubrió que él también había oído la misteriosa voz cerca de la capilla; más tarde, la madre de Portelli (que padecía una grave enfermedad) se había recuperado milagrosamente. La noticia se difundió rápidamente y los fieles comenzaron a acudir en masa a la ermita.
En 1920 se iniciaron las obras de la actual ermita, inaugurada en 1931. La iglesia, de estilo neorrománico, se levanta alrededor de la antigua capilla (que se ha mantenido intacta detrás del altar) que aún conserva el cuadro milagroso de la Asunción de Nuestra Señora. Hoy el santuario nacional de Ta’ Pinu es el santuario más importante del archipiélago, destino de peregrinos locales y extranjeros. Muchos de ellos regresan a Ta’ Pinu para dar gracias por una gracia recibida: los exvotos cubren literalmente las paredes de dos salas cercanas a la sacristía. Entre ellos está el de Juan Pablo II: mientras viajaba a Tanzania, debido a una falla técnica, el avión papal tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Malta. Una vez más, el Papa polaco vio en su vida la mano protectora de la Virgen María.
Los papas del siglo XX han venerado a Nuestra Señora de Ta’ Pinu de manera especial. Pío XI en 1935 envió a uno de sus legados, el cardenal Alessio Lepicier, a coronar la imagen de la Virgen. Juan Pablo II, en mayo de 1990, fue el primer Papa en visitar esta capilla, donde se recogió en oración silenciosa ante esta imagen. Después de la Misa, celebrada frente al santuario, se sacó la pintura y se colocaron cinco estrellas doradas alrededor de la cabeza de la Virgen María. Benedicto XVI visitó Malta en 2010. En esa ocasión, la imagen de la Virgen fue traída del santuario de Gozo a Malta. El Papa entregó una rosa dorada a la Virgen e instó a los malteses a orar a Nuestra Señora Ta’ Pinu y la llamó "Reina de la Familia". El Papa Francisco visitó la isla en abril de 2022 y se paró ante la imagen de la Virgen en el santuario nacional de Ta’ Pinu.
Nuestra Señora de la Cueva y los dominicos
Se dice que hacia 1400 la Virgen se apareció a un cazador, que se había refugiado en una hondonada rocosa a causa de un temporal. A raíz de este acontecimiento, nació la devoción a Nuestra Señora de la Gruta en lo que hoy es Rabat, entonces un suburbio de Mdina. Los fieles pronto comenzaron a visitar la cueva y a rezar ante la imagen de Nuestra Señora. El primer legado papal en confirmar esta nueva devoción entre los malteses fue Federico de Bordino, quien en su testamento (1414) dejó aceite para encender lámparas ante la imagen de la Virgen María. La tradición siempre se transmitió oralmente hasta que, en 1670, fue documentada por un historiador dominico, el P. Francesco María Azzopardo.
Los orígenes de la iglesia se remontan a la llegada de los frailes dominicos en 1450. La orden está muy unida a Nuestra Señora, y es tradición nombrar las iglesias dominicas con el nombre de la Virgen María. Uno de los tres frailes enviados a fundar la comunidad fue un fraile maltés, Pietro Zurchi, que seguramente conocía la devoción a la Virgen de la Gruta. Probablemente fue el responsable de solicitar este lugar para la fundación del priorato y la iglesia, que se levanta sobre la cueva de la aparición y está dedicada a Nuestra Señora de la Gruta. El complejo fue completamente restaurado en el siglo XVI debido a los severos daños sufridos durante el "Gran Asedio". Se dice que es uno de los conventos más bellos de las islas maltesas. El historiador Gian Franġisk Abela escribió en 1647: "La cripta de Nuestra Señora de la Cueva siempre ha sido cuidada con gran devoción y amor por nuestros antepasados, así también se hace en nuestros días y así se hará en el futuro".
Casi nada se sabe de la primera imagen de Nuestra Señora de la Cueva. Es posible que estuviera pintada sobre madera, o directamente sobre la pared de la cripta, práctica habitual en la época. La imagen actual, en alabastro, es de principios del siglo XVII. Los dominicos lo encargaron para reemplazar la pintura original, dañada por la humedad. En 1957, el Arzobispo de Malta coronó la efigie de la Virgen María en nombre del Papa Pío XII. En 1980, los dominicos encargaron a Italia una réplica en mármol para salvar la original, que sufría mucho desgaste, especialmente durante las fiestas y peregrinaciones. Con motivo de la fiesta de 1999, la réplica permaneció expuesta durante unos días en la iglesia. Una mujer notó lágrimas rojizas bajando de los ojos de la Virgen. La investigación y los repetidos análisis determinaron que se trataba de sangre humana.
A lo largo de los siglos Nuestra Señora de la Cueva no ha dejado de conceder gracias. Así lo demuestran los diversos exvotos expuestos en la iglesia. En particular, en 1887 una epidemia de cólera golpeó la isla: Muchos fieles invocaron a Nuestra Señora de la Gruta y se curaron. Doce años más tarde, una epidemia de viruela asoló Malta. Los registros cuentan que el párroco del pueblo de Msida (el más afectado) llevó a su comunidad a rezar a Nuestra Señora de la Cueva. Msida fue liberada de la epidemia en el mismo momento en que se hizo el voto.
Nuestra Señora y la Bomba – La Rotonda de Mosta
El título de "Nuestra Señora de la Asunción" es quizás el más importante del archipiélago maltés. Todas las parroquias existentes hasta principios del siglo XVII tenían al menos una iglesia o altar dedicado a la Asunción de la Virgen María. Además, tres de las parroquias más antiguas están dedicadas a la Asunción: la de Birkirkara, que existía ya en 1402 (ahora Basílica de Santa Elena); la iglesia madre dentro de la Ciudadela de Gozo, mencionada en 1435; y la parroquia de Birmiftuħ, ahora llamada Gudja, que se menciona en el Rollo de Mello de 1436. Hoy, nueve iglesias en Malta y dos en Gozo están dedicadas a Nuestra Señora de la Asunción, quien tiene un patronazgo especial sobre el archipiélago.
La Rotonda de Mosta es sin duda la iglesia más famosa de Malta dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, tanto por su especial arquitectura, que la hace única en el archipiélago, como por un episodio milagroso. El 9 de abril de 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, la fuerza aérea alemana lanzó cuatro bombas sobre la iglesia. Una de ellos, que pesaba 500 kilogramos, penetró en la iglesia a través de la cúpula. Las 300 personas que rezaban en la iglesia resultaron ilesas y la bomba no explotó. La cúpula tampoco se derrumbó, lo que ayuda a confirmar la naturaleza excepcional de esta estructura. Unos meses más tarde, el 15 de agosto, Día de la Asunción, un convoy, más tarde apodado "El convoy de Santa María", llegó al Gran Puerto de Malta trayendo suministros cruciales. Esto no solo evitó la rendición de Malta, sino que permitió una de las mayores victorias navales. La población atribuyó su liberación a la intercesión de la Virgen María.
La Rotonda de Mosta, en su forma actual, fue diseñada por el arquitecto maltés de origen francés George Grognet de Vassé, quien se inspiró en el Panteón de Roma. La iglesia fue construida entre 1833 y 1860. Es quizás la iglesia más monumental de Malta. Su enorme cúpula sin soporte, con un diámetro interior de 37 metros, es la tercera más grande de Europa y la novena más grande del mundo. La iglesia es una verdadera obra de arte. En ella, las líneas neoclásicas inspiradas en el Panteón se integran armónicamente con elementos de la cultura maltesa. Externamente, el edificio está hecho de piedra local. En el interior, está decorado en estilo neoclásico e iluminado por grandes ventanales.