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Fue un momento cargado de emoción. Los fieles pudieron acercarse al Santuario de la Virgen del Rosario de Andacollo, en la región de Coquimbo, y celebrar la «Fiesta Chica» el pasado domingo 2 de octubre.
Es que la fiesta de la Virgen de Andacollo -una de las advocaciones marianas más antiguas de Chile, cuya devoción comenzó allá por 1560 (puedes descubrir más aquí)- había estado afectada por las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus.
La última vez que se había vivido con normalidad esta celebración (cuya «Fiesta Grande» es en diciembre) había sido en 2019.
Debido a esto, miles de fieles acudieron –y regresaron después de mucho tiempo- a la ciudad de Andacollo no solo para encomendarse a la «Chinita del Rosario», sino también para mostrar agradecimiento por la protección durante la pandemia.
Los testimonios así lo confirman, como el de Cristian Zapata, quien luego de una década volvió a vivir junto a su hija una «Fiesta Chica» en honor a la Virgen, tal cual reproduce la Iglesia de Chile.
«Las tradiciones deben permanecer en el tiempo, como sociedad estamos hechos de ellas y las fiestas de Andacollo son de las más importantes que tenemos en el país, sobre todo porque tienen que ver con la fe. Hoy vine a acompañar a mi hija, que tiene endometriosis y se encomendó a la Chinita para que interceda por ella y pueda quedar embarazada».
«Necesitábamos este día»
También se expresó el propio rector del santuario chileno, el padre Adam Bartyzol, quien coincidió que el retorno de esa festividad, en su máxima expresión, se había esperado durante mucho tiempo.
«Necesitábamos este día tan festivo, solemne y alegre, en donde mirando con mayor tranquilidad el rostro de nuestra Madre, agradecerle que nos ha cobijado durante los momentos de mayor dificultad», indicó.
El encargado de oficiar la misa solemne, en el atrio del templo parroquial ubicado en la zona de la plaza de Andacollo, fue el nuncio apostólico en Chile, monseñor Alberto Ortega Martín.
Con respecto a esta fiesta, indicó: «Es una expresión de un amor grande a la Virgen, de fe y alegría, porque el Señor llena nuestro corazón y acompaña incluso en los momentos más difíciles, al igual que su Madre, la Virgen María. Por eso me alegra ver este amor tan entrañable a Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, que se expresa de diversas formas, por lo que me voy muy agradecido por haber tenido la posibilidad de participar en esta peregrinación»
El regreso de la procesión
En efecto, uno de los momentos más alegres de la jornada fue cuando la imagen de la Virgen de Andacollo fue trasladada hasta el atrio de la Basílica para recibir el saludo de los fieles.
Sin embargo, lo que también llenó de júbilo fue el poder recuperar la tradición de salir en procesión por las principales calles del pueblo, algo que no había sido posible en los últimos tres años.
Ahora, la mirada y esperanza está puesta una vez más en volver a encontrase con la Virgen en el mes de diciembre, momento de la «Fiesta Grande».