Los santos a menudo llevaban diarios o diarios espirituales. La más conocida, quizás, es santa Faustina Kowalska, cuyo Diario narra el mensaje y la devoción a la Divina Misericordia. Pero otros santos también llevaron diarios, y hay un ejemplo bien conocido que se remonta a principios del siglo III.
Quizás el ejemplo más inusual es el de santa Gemma Galgani, cuyo diario se dice que fue robado temporalmente por el diablo. Los visitantes de Roma pueden ver el documento real hoy, marcas de quemaduras y todo.
Pero lo que es común a todos estos diarios es que van más allá de las cosas de la vida diaria y se enfocan en la evolución de la relación del santo con Dios.