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Oliver es un niño normal, que se comportaba como el resto de niños de su edad. Dos años y medio y un desarrollo propio de su edad. Vivía desde hace meses en México con sus padres, Alejandro y Lena, un español y una alemana.
Iba la guardería y, como cuenta su padre Alejandro Romero, "en los últimos meses decía que le dolía mucho el cuello, además vomitaba con frecuencia". De repente, de un día para otro empeoró notablemente. Dejó de comer, hablar y caminar, estaba apático.
Los padres le llevaron al hospital y, tras realizarle varias pruebas, los médicos dijeron que lo que tenía era un tumor cerebral e hidrocefalia. Una acumulación del líquido cefalorraquídeo en el cerebro. Había que operar de urgencia para salvarle la vida.
Sin embargo, el hospital de México en el que el pequeño estaba ingresado no había medios para hacerlo y le daban entre quince días y un mes de vida.
En México no había remedio. "Si le dejábamos ingresado, la única solución que nos ofrecían era dejarlo en cuidados paliativos". Sin embargo, el hospital San Joan de Déu en Barcelona se ofreció a operarlo porque tenían la tecnología necesaria para este tipo de tumores.
Entonces los padres decidieron luchar por el pequeño. "En lugar de quedarnos llorando en un rincón lanzamos un SOS para recaudar dinero y poder trasladar a nuestro hijo hasta España”.
El héroe anónimo
La sorpresa llega cuando un empresario español afincado en México lee la noticia en un periódico de España. Impactado por la noticia, "se pone en contacto con varias personas hasta que localiza a mi hermano David que vive en Granada", dice Alejandro.
Este empresario, que no quiere desvelar su nombre, se ofreció a pagar los 196.400 euros que costaba el traslado en avión medicalizado a España. Alejandro, su padre, narra la conversación como algo increíble que llegó "tras muchas noches sin dormir". Fue "una llamada de confianza, como si hubiéramos sido amigos toda la vida".
"Tú dime a quién tengo que hacer el pago. No te preocupes por el dinero, a mí me va bien y no hay nada mejor en lo que pueda gastarlo" fueron las palabras que escuchó Alejandro al otro lado del teléfono y que le devolvieron la esperanza. "No quiere que demos más detalles sobre él y es lo único que me ha pedido a cambio de ponerle el avión a nuestro hijo".
Carrera contrarreloj
Comienza entonces la carrera contrarreloj para poder volar a España. Cada día cuenta y si pasaba demasiado tiempo quizá sería demasiado tarde. Problemas burocráticos retrasaron la salida del vuelo desde Cancún casi dos días. Horas que corrían en contra de la vida del niño.
Alejandro consigue volar en un avión comercial a Barcelona porque en el medicalizado sólo puede ir una persona. Lena, su madre, ha sido la que le ha acompañado.
Operación y tratamiento en Barcelona
Oliver ya está en el hospital San Joan de Déu de Barcelona. Su tumor no puede ser extirpado completamente porque está muy cerca del tallo cerebral. Hay que hacer pruebas, abrir y quitar lo máximo que puedan sin dañar al pequeño para evitar que le queden secuelas.
Ahora su familia -Lena, su madre, y Alejandro, su padre- se han mudado a vivir a Barcelona. No pueden estar pagando dos alquileres y lo primero es salvar la vida de su hijo. Emocionados y esperanzados solo pueden agradecer todo el apoyo recibido y el cariño que les ha llegado desde todos los rincones de México y España.