Paciencia: el período de los "adolescentes" se extiende, en el sentido literal de la palabra, de los 13 a los 19 años.
Antes de lanzarse al fondo de la edad adulta, los padres son un apoyo clave para que el joven esté dotado de algunos elementos básicos para saber surfear.
Los padres dan técnicas, también aceptan que sus jóvenes prueben por su cuenta. Esto implica ensayos, éxitos, fracasos, reinicios.
Cada pequeño paso permite al joven ganar confianza en sí mismo, en sus capacidades, convencido de que sus padres están contentos de verlo crecer.
De esta certeza nacerá una sólida autoestima que le permita seguir adelante a pesar de las caídas.
Una familia aprendiendo
La autoestima se nutre de la mirada de los que te rodean, de las palabras, de los gestos, del aliento positivo.
Los padres pueden evitar comentarios hirientes, sobre el físico por ejemplo, para señalar las cualidades de su hijo y pensar bien de él. También pueden asegurarse de que su adolescente se conecte con amigos cariñosos, compañeros que comparten sus intereses sin ejercer presión.
El adolescente dotado de una buena autoestima podrá así desarrollarse sin ser aplastado por personas mal intencionadas.
La autoestima se aprende en familia, cada uno encontrando en la mirada de los demás, la belleza de quien es, más allá de los accidentes de la vida o de los fracasos más importantes.
Julie recuerda cómo su hijo la corrigió enérgicamente cuando exclamó, después de haber volcado la jarra de agua: "¡No se me da bien!" Su hijo se había conmovido, más herido por su comentario que por el charco en el suelo.
De hecho, los padres son los primeros ejemplos para sus hijos. Si los padres se devalúan, sus hijos corren el riesgo de tomar el mismo camino.
La autoestima se aprende pues en familia, cada uno encontrando en la mirada de los demás la belleza de quien es, más allá de los accidentes de la vida o de los fracasos más importantes. La perfección no combina bien con la autoestima .
Nombra sus intereses y talentos
Elisabeth disfrutó mucho de las grandes discusiones cuando su hijo era un adolescente. "Nos gustaba dejar que nuestro hijo expresara su punto de vista, pero también desafiar sus posiciones e invitarlo a explicar su razonamiento. El objetivo no era atraparlo, sino enseñarle a creer en sí mismo asumiendo sus posiciones y, a veces, también ajustando su idea inicial."
Al identificar sus habilidades, el adolescente puede trabajar para desarrollarlas aún más.
Sophie encuentra a su hija muy organizada y dotada de buenas habilidades interpersonales. Al animarla a convertirse en consejera en un campamento juvenil el verano pasado, esta madre quería mostrarle a su hija la riqueza de sus talentos. Su adolescente salió de su zona de confort y aprendió mucho durante esta estancia.
La autoestima crece con el sentido del esfuerzo, más que con el desempeño y el éxito.