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Las cosas más importantes, los tesoros más valiosos de esta vida, son gratis.
Piénsalo: ¿qué es lo que realmente nos reconforta?
Un abrazo. Los psiquiatras nos recuerdan por activa y por pasiva sus beneficios. ¿Sabías que un abrazo de ocho segundos reduce los índices de cortisol?
Un cumplido: uno de esos muy sinceros que te hace consciente de que alguien valora algo que has hecho bien.
Las sonrisas: ellas consiguen encender una luz indirecta en cualquier rincón del día, haciendo que el ambiente de la calle, del súper, de la farmacia, sea un poco más hogareño.
Las caricias: esas que endulzaron hasta los momentos más amargos. El hecho de tener 12 hijos me legitima para discutir con quien haga falta sobre el poder curativo de las palabras "si no pasas hoy, pasarás mañana”, acompañadas de caricias.
Si te fijas, todos esos momentos tienen el común denominador del amor, y, por eso, son gratis, eternos e infalibles, sin el regusto final amargo que suelen dejarnos las compras, salidas, viajes, etc.
Con amor
Por si no te he convencido todavía de que lo más importante de esta vida es gratis, escucha las palabras de la Madre Teresa de Calcuta:
"El dinero sólo puede comprar cosas materiales, como alimentos, ropa y vivienda, pero se necesita algo más, hay males que no se pueden curar con dinero, sino sólo con amor".
Creo que es necesario, muy necesario, reflexionar sobre esto ante la inminente llegada del Black Friday, momento ante el que todos nos ponemos nerviosos, buscando solucionar las compras navideñas de la manera más inteligente.
Por ejemplo, aprovechando la oferta que reduce un 8% el precio final del producto, algo que, sin lugar a dudas, es magnífico en los tiempos que corren. Pero, que no se te olvide que, lo realmente importante, lo verdaderamente valioso, no tiene precio: rezar por ellos. Rezar por los tuyos no tiene precio, y puede cambiarlo todo.
El efecto "patronus"
¿Cuántas veces hemos comprado, al comenzar el otoño, un multivitamínico para mejorar las defensas de nuestros hijos y que no cojan todos los virus que andan por el aire? Pero quizá no hemos rezado ningún rosario por ellos. En el libro "Calendario de Adviento" dedico todo un día, el 12 de diciembre en concreto, para hablar del "efecto patronus", ese efecto protector que tiene el Santo Rosario sobre nuestras familias, alejando los males conocidos y por conocer. ¡Ojalá pudiéramos ver su acción en 3D!
Cuando sabemos que un niño lo pasa mal con algún compañero del colegio, el primer recurso es pedirle a su hermano, o a su primo, que estén pendientes de él, defendiéndolo si hiciese falta. Sin embargo, ¿cuántas veces le hemos rezado, le hemos pedido ayuda a su ángel de la guarda?
Cuando sospechamos que un hijo tiene un problema serio, vamos al mejor médico, cueste lo que cueste y esté donde esté. Pero podemos añadir a ese esfuerzo el mejor complemento: ofrecer una Misa por él, acudir a la Santa Eucaristía y poner en manos del Señor el problema de nuestro hijo. Es gratis, y, la gran mayoría, podemos hacerlo en nuestra misma ciudad o pueblo.
Los regalos, los planes que preparamos con cariño, tiempo y esfuerzo, pueden muchas veces resultar un verdadero fiasco, pero lo que recemos por nuestra familia no tiene fecha de caducidad, no contiene elementos que produzcan intolerancia, es bien asimilado por todos. Jamás, jamás, jamás, decepciona.
Si tienes alguna duda de ello, fíjate en Santa Mónica, una mujer capaz de conseguir que las personas que la rodeaban quisieran cambiar. Lo hizo con su marido y con todos sus hijos, no sólo con San Agustín. Santa Mónica nos enseña el poder de la oración y el poder de las lágrimas ofrecidas a Dios.
Caemos, demasiado a menudo, en la tentación de pensar que conseguiremos metas, que formaremos hijos maravillosos y familias perfectas, a fuerza de voluntad: con la lectura de libros de disciplina positiva y métodos como el de Montessori, entregando nuestro tiempo, con nuestra dedicación.
Y se nos olvida el gran poder de sentarnos a Sus pies y contarle nuestras preocupaciones.
Él ya las conoce y sabe cómo solucionarlas.
Baja todos los fusibles para que ningún ruido interior te estorbe y dile: "Habla Señor, que tu siervo te escucha". Una buena manera de tranquilizarnos en este Black Friday, y de darles lo mejor a los nuestros sin necesidad de ir a la caza de la oferta. Why not?