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El arzobispo de Olinda y Recife (Brasil) es aún hoy, a 23 años de su muerte, una de la figuras emblemáticas en la defensa de los sin techo, trabajo y sin tierra (las tres "tes" que ahora ha puesto en boga el Papa Francisco) de brasileños y pueblos del Continente.
Dos fueron sus grandes líneas de trabajo en lo social y en lo político: la defensa de la justicia social en el Continente más desigual del mundo, y el enfrentamiento con las dictaduras tanto de su país como de otros países del entorno brasileño.
Las "favelas" en su corazón
Desde que fue trasladado en 1936 a Río de Janeiro hasta su muerte, ya como arzobispo emérito, su preocupación por la vida de quienes habitan los cinturones de miseria en Brasil (las "favelas"), fue el distintivo de su acción pastoral.
En su calidad de obispo auxiliar de Río de Janeiro (1952) y más tarde, como arzobispo de Olinda y Recife (1964-1985), tuvo enorme repercusión en los periódicos, la radio y la televisión del Brasil de aquellos años; tanto así que fueron varias las ocasiones que el régimen militar quiso acabar con su vida.
No fue sino hasta el 26 de diciembre de 2017, 18 años después de partida a la casa del Padre, que fue declarado "Patrono brasileño de los derechos humanos" por una ley federal, misma que fue ratificada por el Estado de Pernambuco donde llevó a cabo la mayor parte de su ministerio.
Cuestionado sobre el por qué de renunciar a los palacios apostólicos e irse a vivir a las barriadas de los pobres, Dom Hélder respondió: "Hay miserias que claman, ante las cuales no tenemos derecho a permanecer indiferentes".
Una obra colosal
Además de haber sido el creador del Consejo Episcopal Latinoamericano y de la Conferencia del Episcopado Brasileño, Dom Hélder –como lo trataban sus coetaneos—fue cuatro veces candidato a recibir el Premio Nobel de la Paz y galardonado en varias ocasiones con premios internacionales por su labor a favor de la paz.
Los principales títulos de su obra escrita dan cuenta de sus preocupaciones: El Evangelio con Dom Helder, El desierto es fértil, Mil razones para vivir, Las conversiones de un obispo, Cristianismo, socialismo, capitalismo, ¿Quién soy yo?, Espiral de violencia, La rebelión de los economistas, Revolución de los no violentos: una iniciativa, La Iglesia y el desarrollo de América Latina, Para llegar a tiempo y Pobreza, abundancia y solidaridad.
Murió a los 90 años, el 27 de agosto de 1999 de un paro cardíaco. Su proceso diocesano de beatificación comenzó en 2014 y en abril de 2015 recibió el título de "Siervo de Dios". También se le atribuye el haber formado, al menos, 500 comunidades de base que utilizan el estudio de la Biblia y la oración para abordar problemas sociales o económicos.
Perseguido y reivindicado
Los 20 años que duró la dictadura militar en Brasil los vivió Dom Hélder al filo de la navaja. Fue acusado de todo pero, sobre todo, de comunista y terrorista. "Si doy pan a los pobres, todos me llaman santo. Si pregunto por qué los pobres no tienen pan, me llaman comunista y subversivo", dijo en alguna ocasión.
El camino de la causa ha avanzado y seguramente –dados los antecedentes de otros pastores que lucharon desde la trinchera de los pobres y los excluidos que el Papa Francisco ha llevado a los altares, con san Romero a la cabeza—pronto va a ser "Venerable".
Así también lo anunció el arzobispo de Olinda-Recife,Fernando Saburido, al término de la 18º Asamblea General del Episcopado de Brasil. Para muchos brasileños este campeón de los derechos humanos también puede ser el campeón de una Iglesia pobre y para los pobres.