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Recordar el sentido de la Navidad. Escribir cartas y enviarlas por correo postal es una actividad que se va perdiendo en detrimento de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, hay un momento del año en el que esta costumbre se recupera: la Navidad.
Es tiempo de compartir con la familia y de acordarnos de aquellos que están lejos. Transmitir la alegría del Nacimiento. Cada año podemos hacerlo a través de las felicitaciones navideñas. Una tradición que desde hace siglos ha unido a familia y amigos estos días.
Escoger el destinatario
Pensemos en cada una de las personas que queremos, a las que vamos a hacer partícipes de la Navidad. Haced una lista con los nombres de familiares y amigos a los que vamos a enviárselas nos ayudará.
Pensar primero en la familia más cercana es lo más fácil.
Pero con esta práctica podemos dar un paso más.
Podemos recordar a aquellos con los que no tenemos tanto trato. Una tarjeta navideña llega a cualquier país del mundo. Llega con un mensaje de amor del que nace y con otro de quien lo escribe. Sólo con pensar unos minutos en quién la va a recibir nos hace acercarnos a ellos.
Por ello, sería también una buena idea enviar una de estas tarjetas a alguna persona con la que hayamos perdido un poco el contacto o aquella a la que nos cuesta hacer una llamada de teléfono. Es una buena práctica, incluso, para pedir perdón y perdonar.
Tiempo en familia
Escribir estas felicitaciones navideñas es una buena oportunidad también para pasar un rato en familia, junto a los niños. Debemos hacerles partícipes de esta bonita tradición.
Las tarjetas deben escribirlas los padres, pero nunca está de más un párrafo de los niños o incluso un dibujo del Niño Jesús.
Es un buen momento para compartir con ellos el recuerdo de alguien que vive lejos. Hacerles pensar un instante en aquellos que les quieren. Unirles en la fe con aquellos que celebran el nacimiento de Cristo.
Escribir esta felicitación implica ir a comprarla, pensar en el mensaje para cada uno, escribirlos, comprar los sellos, enviarlas por correo… en definitiva, tiempo y cariño. Valores que podemos transmitir a los niños y que hacemos llegar también al que lo recibe. Por un rato, hemos pensado en el otro, en lo que necesita, en lo que vamos a decirle.
Escoger el motivo
Preparar y elegir bien las tarjetas es muy importante. Celebramos y felicitamos el nacimiento de el Salvador. Por ello la imagen ideal para las tarjetas es la del Misterio, la de Jesús, María y José. Puede ir acompañada de los Reyes Magos, los pastores o la estrella de Belén. Siempre lo mejor es que nuestra felicitación llegue al destinatario con la imagen de aquello que celebramos.
Navidad no son renos ni muñecos de nieve. No solo son -que está muy bien que los haya- campanas o dulces. Navidad es el nacimiento de Jesús.
A veces no es fácil encontrar tarjetas con estas ilustraciones cristianas. Para acertar podemos adquirirlos en distintas ONGs católicas como Cáritas o Manos Unidas. También las venden en parroquias, librerías, ilustradores cristianos... Muchas de ellas además tienen detrás una labor solidaria.