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«Ni las aguas torrenciales, han podido derribarnos…», dice el canto de entrada «Renacidos», con el que inicia «La Misa de Atacama». Esta parte está inspirada en el aluvión que afectó al norte Grande de Chile en 2015, que sepultó bajo toneladas de barro y piedras, los sueños, el trabajo y la vida de cientos de personas, que a punta de esfuerzo y coraje lograron ponerse de pie y retomar sus vidas.
El padre Vigueras pone a disposición del mundo esta nueva obra, que sucede a «La Misa Pampina» del año 2002 y que tiene como uno de sus objetivos ampliar el acervo litúrgico andino.
El sacerdote a cargo de la parroquia de Diego de Almagro (Atacama) desde 2017 relata a Aleteia cómo surge esta nueva inspiración:
«Cuando visité la zona del aluvión, fue muy fuerte la experiencia. Tocar el dolor, el drama, ver tanta destrucción, cientos de familias afectadas y la pérdida de vidas y con el tiempo, darme cuenta de cómo salieron adelante, como se rearmaron, me conectó con el ‘Cantar de los cantares’ que dice ‘Las aguas torrenciales no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo’, me pareció que tenía todo que ver literalmente con lo que aquí se había vivido, la gente logró ponerse de pie y tener vida después de un golpe tan grande”, es una Misa de esperanza, de alegría, pese a lo que se ha sufrido».
Nacida del dolor y del rescate de las tradiciones
«La Misa de Atacama» es un trabajo que se forjó a fuego lento. Su autor fue creando entre tres y cuatro cantos por año, hasta llegar a la pieza final que consta de 12 hermosas canciones que hacen vibrar, invitando a vivir la Eucaristía de una forma diferente y muy rítmica.
En un trabajo en conjunto con el músico Luciano Valdebenito, a cargo de los arreglos musicales, a quien se suma Patricia Ibarra, a cargo de los coros, que en esta ocasión se componen de jóvenes de diversas parroquias, quienes aceptaron la invitación a sumarse y se sintieron muy involucrados desde el primer momento.
«La primera motivación, fue rescatar la experiencia de la comunidad afectada por la tragedia; en segundo lugar, fue incorporar el estilo de los bailes religiosos y darle el lugar que deberían tener. Sucede que generalmente, son mirados como una expresión religiosa básica. Entonces, empecé mi trabajo, siempre con la idea de acompañar con un instrumento y estilo de estos bailes, lo que ha ayudado a que ellos también sientan que la Eucaristía se vive en su propio lenguaje».
Vigueras comenta lo siguiente: «Esta nueva obra, es un trabajo que tiene que ver mucho con la vivencia, con mirar a las personas, escucharlas, pasar noches enteras sin dormir compartiendo con las personas, estar con los pirquineros, reconocer la pobreza, la fuerza de la fe, de la gente que se levanta pese a las circunstancias, que lucha y sigue adelante».
El que canta ora
Con los años de estudio y la experiencia adquirida en el ámbito musical, Vigueras da cuenta de algo esencial:
«La relevancia del canto litúrgico está en que ‘lo que se ora es lo que se cree, por tanto, lo que se canta es lo que se cree’, cuando la persona aprende un canto y ese canto tiene un contenido evangélico, va a estar orando. He optado porque mis cantos sean de inspiración bíblica, excepto de los que son fijos. Junto con el `Canto de entrada’: ‘Renacidos’, está también el ‘Canto de Comunión’, tomado del relato de las Bodas de Caná y el ‘Canto final’ que dice: Ha terminado la Eucaristía, ha comenzado nuestra misión…, el cual está vinculado a Lucas 4’, con el anuncio de buenas noticias».
La música puede ser un instrumento vinculado a fe. La «Misa de Atacama» quiere transmitir la experiencia de una fiesta, que se vive del renacer de una desgracia. Es un camino eucarístico, que va pasando de la alegría de reencontrarse, a la meditación, el momento de la comunión, el envío a la misión, y la despedida.
Dejando huellas
Las creaciones artísticas están siempre llenas de grandes y profundas vivencias, pero cuando su autor logra palpar el real impacto de su obra, la satisfacción es máxima. Algo de esto ya ha podido vivir el padreVigueras de manera profunda y directa:
«Estábamos ensayando en la Catedral de Copiapó el “Renacidos”, cuando una señora se me acerca y me dice ‘No sabes lo que me ha ayudado este canto, hace un año se suicidó mi hija y estaba muy mal. El escuchar esta canción me está ayudando a salir adelante, a tener fuerzas y encontrar paz..’, con ese testimonio yo me dije que todo valió la pena».
Finalmente, Vigueras concluye su relato con una invitación contundente a las personas y los coros para que se atrevan y vayan incorporando esta nueva propuesta , sumando instrumentos, voces y sin temor. «Hacer la misa más hermosa, más significativa y tocar más el alma de las personas, esa es la idea», concluye.
La «Misa de Atacama», se puede adquirir en el portaldisc.com y está disponible completa para escuchar en Spotify.