Cómo educar hijos que no son como tú

Una hermana mía y yo a menudo bromeamos diciendo que estamos criando a los hijos de la otra. Tengo hijas locas por los caballos a las que les encanta montar, trabajan en una granja de caballos al final de la calle y siempre se han apasionado por los animales. Se parecen mucho a mi hermana, que tuvo un caballo cuando era niña y rescataba a todos los seres vivos que podía encontrar.

Ella, por otro lado, tiene una hija que es bailarina e intérprete, y esa era yo. Obligaba a mis hermanos a ver mis espectáculos de canto improvisados, me ofrecí como voluntaria para leer poemas dramáticos frente a toda la escuela. Y, finalmente, pasé algunos años cuando tenía poco más de 20 años haciendo teatro musical profesional.

Nosotras bromeamos sobre esta situación. Pero puede ser una dura lección para los padres: las pasiones y los sueños de nuestros hijos a menudo no son los nuestros.

Como padres, tenemos que aprender cómo ayudar a nuestros hijos a buscar y explorar sus propios intereses y talentos, incluso cuando no los compartimos.

Muchas mamás y papás encuentran esto complicado. Puede que no lo reconozcan, pero quieren vivir sus propios sueños a través de sus hijos. Y seamos realistas… es bastante bonito cuando eso sucede.

Si estabas en un equipo de natación en la universidad soñando con los Juegos Olímpicos y ahora tu hijo o hija está demostrando tener verdadero talento en la piscina, eso te da mucha alegría.

Pero, ¿qué pasa cuando tu hijo tiene talento o pasión por algo que a ti no te interesa en absoluto?

No hace mucho tiempo, una amiga mía compartió lo difícil que es para ella. Uno de sus hijos va loco por las computadoras, los videojuegos y todo lo relacionado con la tecnología.

Por supuesto, a muchos niños les encantan los videojuegos, pero su interés parece ir mucho más allá. Es un niño inteligente y cerebral que tiene un verdadero don y amor por todo lo relacionado con la tecnología.

Su madre, por otro lado, no tiene ningún interés en nada relacionado con las computadoras y tiene dificultades para descubrir cómo ayudarlo a seguir su pasión y a la vez tener una vida equilibrada.

Es un desafío educativo que se presenta en diferentes formas para muchos de nosotros.
Tal vez nunca te hayan gustado los deportes de equipo y animar en las gradas es el último lugar donde te gustaría estar. Pero a tu hijo le encanta el fútbol o el baloncesto y tiene un talento especial para ello.

O tal vez eres un académico con títulos superiores y tu hijo tiene dificultades de aprendizaje y te preguntas si llegará a graduarse.

Cualquiera que sea la situación, cada uno de nosotros se enfrenta a una verdad como padres: nuestros hijos no somos nosotros. Son personas únicas con sus propios dones, talentos e intereses. Su propósito y misión de parte de Dios no es el mismo que el nuestro.

Como padres suyos, nuestro trabajo no es vivir indirectamente a través de ellos, sino brindarles el amor, el aliento y la oportunidad (donde sea posible) de descubrir quiénes son y qué les llama Dios a hacer en este mundo.

Cuando hacemos eso, y si podemos mantener nuestras propias agendas bajo control, a menudo se nos presentan bendiciones increíbles.

Descubrimos nuevas facetas de nosotros mismos que de otro modo nunca habríamos conocido. Obtenemos una nueva comprensión y apreciación de las personas, los temas y las experiencias que nunca antes habíamos tenido.

Lo más importante es que aprendemos sobre nuestros hijos, las vidas preciosas que Dios nos ha confiado, y ellos a su vez se convierten en nuestros maestros.

Y cuando nuestros hijos e hijas sean testigos de que los apoyamos incondicionalmente en la plenitud de lo que son, ese es un regalo que siempre llevarán con ellos. Es, de hecho, una de las mejores cosas que podemos darles como padres.