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Quizá nos estamos haciendo una pregunta (¿paz o estrés?) que no tiene respuesta clara. Se debería definir muy bien qué supone cada concepto: qué entendemos por paz y qué entendemos por estrés.
Esta pregunta tiene muchos planos: aquel que vamos a seguir es el pedagógico. Apuntamos hacia el rendimiento educativo. Para lograrlo vamos a optar por el camino más sencillo: definiremos los elementos de paz tanto en en el hogar como en la escuela. Y lo haremos con brevedad y de un modo distendido y haciendo muy inteligibles las propuestas.
Sabemos, por otro lado, que son objetivos difíciles de alcanzar en un mundo tan frenético, acelerado y por eso mismo caótico donde los fines han desaparecido y el objetivo parece que es únicamente sobrevivir para muchos, consumir para no tantos como único criterio.
Nuestro horizonte: la paz que humaniza
El horizonte de este texto es apuntar, esbozar, las líneas para vivir una paz (en la familia y en la escuela) que nos haga más humanos. Más humanos para acercarnos a lo propio de nuestra naturaleza humana con vistas a alcanzar una vida buena y a la vez contagiosa para más familias y para más escuelas.
1Paz en el hogar
¿Cómo debería ser un hogar con paz? Para descubrirlo vamos a darle la vuelta a un concepto de origen anglosajón que se denomina household chaos. La traducción es hogar caótico.
No mencionaremos que dice este marco conceptual: solo buscaremos las alternativas para cada déficit (déficit como: ausencia de normas, estructura, excesivo ruido, ambiente impredecible) de un hogar caótico sin mencionarlos. Vamos allá, aunque sabemos que son objetivos difíciles a los que siempre hay que tender:
- Un hogar para vivir la paz ha de ser predecible. Hemos de saber qué va a suceder en cada momento, en horarios, en conductas, en planes. Podríamos seguir destacando más elementos y no lo vamos a hacer. Solo comentar que las reglas y normas razonables y prudentes nos anuncian siempre a dónde vamos porque están encaminadas a un bien: la paz que humaniza. Y la paz permite, por ejemplo, estudiar mejor en tiempos destacados y hacerlo en profundidad.
- El silencio, reducir al mínimo los ruidos inevitables, facilitan la paz. Y en este caso facilitan el descanso. Nos permiten hablar con nosotros mismos y escucharnos. Reflexionar. Y ahí está el estudio de los hijos: el estudio focalizado y atento necesita evitar distractores. Y detrás del silencio llega la conversación mesurada que no alza la voz: que habla y escucha. Y por supuesto la paciencia es una garantía de la paz. El enfado, es todo lo contrario.
- El orden es una garantía de paz: evita tensiones. Y enlaza con el punto anterior. Contar con una casa ordenada es saber dónde están las cosas y además encontrarlas a punto: planchada la ropa, conservados los alimentos, organizada la nevera y, podríamos seguir largo y tendido, ordenados los apuntes, los libros, la cartera o los mismos juguetes.
- Encargos: el orden exige que todos trabajen y colaboren, que todos cooperen en lo pequeño para que todos pongan su granita de arena. Que cada uno tenga su cometido sin que nadie discuta qué hacer, cuándo y hasta dónde. Y eso incluye la limpieza: del coche, del perro, de la terraza, etc. E incluya la comprar semanal que exige saber siempre qué se necesita.
- La conversación, el lenguaje, la memoria, las raíces. Este es un tema muy extenso. Si se cumplen los cuatro criterios anteriores una familia puede saber quién es a través de la palabra, recuperando la memoria y apuntalando las raíces. En la gran conversación familiar en la que se puede apuntar a fines grandes como la paz (exterior e interior) y la humanización. Es decir, para llegar a ser la versión más excelente de nosotros mismos.
- Sin extendernos demasiado, todo ello exige padres pacientes, atentos, cordiales, alegres.
2Paz en la escuela
La paz en la escuela, en consonancia con unas familias en paz, es la clave de caminar hacia bienes valiosos: en casa procurar vivir una vida humana en un mundo deshumanizado, para humanizarlo, quizá en pequeñas parcelas. En la escuela el fin es el mismo: humanizar con nuevos elementos, con la transmisión de saberes, de contenidos, también de raíces y proyectos de futuro.
- Escuelas pequeñas y predecibles con dos líneas, con mucho sosiego pueden alcanzar la paz que humaniza. Escuelas familiares. Y en educación infantil: verdaderos hogares llenos de cuidado dentro de la propia escuela donde se cuida el apego seguro. Normas sabias y claras en toda la escuela.
- Una escuela debe alcanzar todo el silencio de que un niño o un chico es capaz. Los gritos no son propios de los niños pequeños sino de los niños agitados. En primaria y secundaria el silencio, la voz baja, el auto-dominio, la autorregulación es vital para focalizar la atención y para que se oiga la voz del maestro.
- y 4. El orden en una escuela ordena la vida de sus estudiantes en cada detalle. Orden de encargos en las aulas, en el recreo, en el cuidado de las cosas, en la higiene, en el comedor, sirviendo a los demás.
- Transmisión, contenidos, lenguaje y narrativa. Una escuela debe estar encaminada a dotar a los alumnos de los mimbres para elegir la propia vida y muy probablemente la propia vocación. Estos mimbres están en los saberes bien explicados, contextualizados y en mucha lectura, escritura y expresión oral.
- Maestros pacientes, atentos, cordiales, alegres.
Colofón: la técnica fuera de la escuela y del hogar
Consideramos que la irrupción de las últimas tecnologías (y dentro de ella las múltiples pantallas) en las familias y en la escuela supone la entrada del estrés, de la agitación, de la desorientación en hogares y centros educativos. Desorientación por la pérdida de bienes y fines. La excesiva técnica deshumaniza, desvincula, aísla. Separa a los miembros de la familia y les aparta de sus fines y les debilita en su identidad. En la escuela, la excesiva técnica es disruptiva y distractiva para el conocimiento, para el protagonismo de la palabra, de la oralidad y del libro y de la expresión escrita.