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Han pasado 10 años de la elección de Francisco como Sumo Pontífice. Como había ocurrido con Juan Pablo II, un obispo pastor en funciones de una Iglesia particular fue convocado directamente desde su terruño para asumir la conducción de la barca de la Iglesia.
Para la Iglesia argentina, y para el pueblo argentino en general, el 13 de marzo se convirtió en un día inolvidable, de esos que se recuerdan con precisión qué se estaba haciendo, con quién, dónde. Pero muchas cosas han pasado estos 10 años. Para intentar entender, desde aquel 13 de marzo hasta hoy, que ha supuesto el pontificado de Francisco para la Argentina, para la Iglesia en Argentina, acudimos al actual presidente de la CEA, monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro.
– ¿A cuándo se remonta su relación con el Papa Francisco?
Siento y sentí siempre una gran admiración por el papa Francisco. Lo conocí en el año 92. Él fue mi obispo siendo yo párroco muchos años. Después en el año 2006 fui su obispo auxiliar. Sobre todo lo admiro por la coherencia, la coherencia de querer vivir el Evangelio. Bergoglio es sobre todo un apasionado del Evangelio. Y veo en su papado como un enorme deseo de poder llevar a fondo la vida de Jesús en todos los planos.
– El 13 de marzo, hace casi diez años, ese obispo que usted admiraba fue elegido Papa. ¿Qué sintió?
Me dio una alegría inmensa por toda la Iglesia. Yo intuía que su persona iba a provocar un cambio enorme. Su sencillez, su transparencia, su simpleza, mucho en pocas palabras. Para mi él es mucho en pocas palabras. Entonces cuando yo estaba acá en el Obispado de San Isidro, sin pensar ni remotamente que iba a poder ser él elegido, yo estaba en el mejor de los mundos… él había presentado su renuncia, para mí, al haber presentado su renuncia él estaba como excluido, no sé por qué. No me lo hacía, no tenía ninguna probabilidad, no se me había pasado por la cabeza en ningún momento que podía ser papable. De pronto cuando lo veo ahí en el balcón, todavía recuerdo el grito que pegué. Todavía hay algunas empleadas que se acuerdan del grito que pegué aquí en la curia de San Isidro, y luego pedí que tocaran las campanas. Fue realmente una emoción muy grande.
– En algunos medios de comunicación ha contado de un sueño especial esa noche…
Fue una emoción tan grande, tan grande, que soñé que no era verdad. Esa misma noche era tal mi alegría que soñé que no era verdad: un cardenal en sueño me decía que no, que no. Eso fue lo primero que le escribí al Papa en mi primera «cartita» que le envié.
La emoción en la voz de monseñor Ojea al recordar aquel día es indisimulable. Se expresa en el diminuto que utiliza para recordar la carta y en su voz. Cruje y tiembla la voz, como ocurre con muchos al recordar aquel día, como si el recuerdo fuese lo suficientemente solemne como para pedirle a la memoria que no tergiverse absolutamente nada, que no pierda en el camino del tiempo ningún detalle. Ocurre particularmente con quienes han vivido su vocación sacerdotal cerca de Bergoglio.
– Como obispo, se ha relatado, era muy cercano al pueblo fiel que peregrinaba en su diócesis, Buenos Aires. ¿Pero qué ha significado la elección de Francisco para los sacerdotes, para los obispos?
Para los sacerdotes y los obispos ha significado una gran alegría. No hay sacerdote u obispo que no haya dicho: ‘yo lo conozco’, ‘yo me lo encontré acá’, ‘me dijo tal cosa’… Su sencillez en el trato, su cercanía, su modo de hacer chistes, todo eso yo creo que nosotros lo hemos tenido muy presente en el momento de la elección. Bergoglio siendo obispo era un obispo sumamente cercano y sencillo. Le pongo un ejemplo, digo esto porque era común en él… Yo ya era ya obispo de San Isidro y le hago una consulta en febrero de 2013 (Aclaración: estaba a días de viajar a Roma para participar del cónclave). Entonces lo llamo por teléfono y le digo que tenía que hacerle la consulta. ‘Bueno’, me dice, ‘venite ahora, venite ahora’. Esta cercanía de Bergoglio… Siendo yo párroco en Buenos Aires él llamaba con toda naturalidad, nosotros experimentábamos continuamente su cercanía… Estaba a mano, era un obispo accesible, era un obispo que estaba a mano. Y eso lo sabíamos todos. Y yo creo que lo que nos alegraba en el fondo era que alguien nuestro, tan cercano a nosotros, estuviera sirviendo al Pueblo de Dios desde la sucesión de San Pedro.
– Pero la alegría nos encontraba en el medio de un desafío pastoral. La elección de Francisco nos tomó en el marco de una misión continental convocada en Aparecida, en 2007. ¿Qué ha supuesto un Papa americano para ese propósito común que compartíamos con los otros pueblos del continente desde Aparecida?
Yo pienso que él ha dado un relieve universal a las intuiciones de Aparecida. Una de ellas es el tema de la misión, el tema de la Iglesia en salida. También todo este tema de Aparecida que la vida se acrecienta dándola, y se debilita en el aislamiento y en la comunidad. Y que son muchos más felices los que cruzan la otra orilla, aún arriesgándose apasionadamente por dar vida a los demás, que los que se quedan en la propia orilla buscando nada más que su propia seguridad.
Creo que estas intuiciones profundas de Aparecida el Papa las traduce en Evangelii Gaudium, la exhortación apostólica que tiene un carácter programático, en la que a mi modo de ver están sus ideas fundamentales: que evangelizar es compartir la alegría del Evangelio, que se evangeliza por atracción y no por proselitismo, que para evangelizar es necesario cuestionarse todas aquellas estructuras que no sirven para la misión… y acá vuelve a aparecer un tema que es propio de Aparecida. Para evangelizar, es necesario tomar riesgos. Prefiero una iglesia accidentada y herida por tomar un riesgo y salir a calle que una iglesia enferma y cerrada en sí misma que busca su propia seguridad, encerrada en esto de que siempre se hizo así, diría.
Creo que estas intuiciones de Aparecida es lo que él ya venía viendo, profundizado. Después todo el tema de las tentaciones de los agentes de pastoral es magnífica, es magnífica… Es una puesta en vida de lo que es hoy llevar adelante la evangelización y las dificultades que ello tiene. Creo que en esto tiene la claridad del Evangelio, no solamente la alegría de Evangelio, sino que tiene la claridad, la contundencia del Evangelio, además de la alegría, esa frescura.
Dejarse evangelizar por los pobres
– Y en esta alegría del Evangelio, el lugar de los pobres…Del cónclave, el Papa recuerda siempre que el cardenal Hummes le decía que no se olvide de los pobres…
Luego está el tema de la dimensión social del Evangelio. Esto de poner a los pobres en el centro del camino de la Iglesia. Y acá si veo como una cierta novedad en el lugar del pobre como maestro. Ellos tienen mucho que enseñarnos. Porque el Papa dice así, soy casi textual, no solamente ellos tienen el sensus fidei, el sentido de la fe, y lo comparten con todo el Santo Pueblo fiel de Dios, sino que además ellos comparten los sufrimientos de Cristo. Entonces tienen una particular experiencia de Cristo. Por eso es necesario que nosotros nos dejemos evangelizar por ellos y que tomemos conciencia del valor salvífico de sus vidas, y allí si ponerlos en el centro del camino de la iglesia. Creo que esto va a ser algo propio además de todo su pontificado, por eso es programático, el lugar de la Iglesia es estar al lado de los pobres, especialmente de los últimos. Luego después todo el tema del diálogo que va a ser la búsqueda de un diálogo superador de las contradicciones, que creo que va a ser algo muy propio de su pontificado.
– Comparada con Europa y Asia, la Iglesia argentina es una Iglesia joven, como todas las americanas. Más allá de las emociones que ha provocado su designación, en nuestra joven historia, ¿qué ha significado su elección para la vida de fe del pueblo de Dios que peregrina en la Argentina?
La trascendencia en el país a partir de su designación ha sido inmensa. Lo pone de manifiesto el mismo Francisco al decir ‘los cardenales han tenido que buscar en el fin del mundo al nuevo Papa’. Esto es notable, porque lo dice el en el balcón de San Pedro... Esto de ir a buscar al Papa al fin del mundo, y este gesto inédito de bajar, inclinar la cabeza y de pedirle al pueblo que ruegue por él para que Dios le envíe su bendición. Esta cercanía con el pueblo, esta participación al servicio de ese pueblo, que yo creo que él va a desarrollar enormemente en su pontificado, el tema del pueblo es fundamental en el Papa. Es todo el pueblo el que evangeliza al pueblo.
– En la propia Evangelii gaudium el sustantivo más utilizado es Pueblo
El pueblo está tomado en el sentido del Concilio Vaticano II, Iglesia pueblo de Dios, como un pueblo unido con la unidad de la Trinidad, un pueblo que va relacionándose entre sí mientras camina, un pueblo que tiene un destino, que tiene un norte, que sabe a dónde va, que va hacia el encuentro con Cristo Resucitado, ese pueblo va compartiendo trechos del camino de su vida con distintas personas y así la relación en la trinidad, y al mismo tiempo respetándose cada una de ellas. Creo que el desarrollo continuo de la Teología del Pueblo de Dios ha sido fundamental en este papado que ha venido del fin del mundo.
– Pero no todo el pueblo argentino parece aún contento con el Papa. ¿Qué cree ha pasado?
Al mismo tiempo creo que en la base social de nuestro pueblo más pobre la figura de Francisco es muy querida. Creo que muchísima gente que está feliz de tener un Papa argentino, y lo respeta y lo venera. Nosotros hemos tenido la contra en la Argentina que los medios de prensa más poderosos han intentado en estos años continuamente esmerilar la figura del papa Francisco.
En cada foto, en cada gesto que han podido traducir, siempre dejan a entender alguna actitud en la que el Papa queda mal parado, o queda enredado en cuestiones de política vernácula. Esto ha tenido una repercusión en muchos medios, en la clase media sobre todo, en las redes sociales. Creo que, como en ningún otro país, el Papa no ha tenido en general una prensa demasiado favorable últimamente... Pero de cualquier manera creo que esto en la Argentina ha sido notable. Y lo que a mí me ha causado más impresión es la poca lectura de los textos del Papa, se toman frases aisladas de los textos del Papa, aún en medios católicos.
Recuerdo cuánto, en ciertos tiempos, cuánto una encíclica se comentaba, se propagaba, se celebraba. Tenemos una encíclica como «Laudato si», que ha sido realmente revolucionaria, que no ha tenido en la Argentina la repercusión que debió haber tenido a través de algunos medios. Por supuesto que sí la tomaron las universidades, la tomaron algunos medios, sobre todo no creyentes. Pero a mí me parece que en la Argentina faltó una lectura del Papa, en las fuentes concretas del Papa, una lectura como corresponde. Y estuvo mucho más centrado el tema del Papa en suponer cosas de su persona, identidades políticas, temas ideológicos, pequeñeces, que han empañado continuamente su mensaje.
– El Papa nos pide siempre, como hacía como arzobispo de Buenos Aires, que recemos por él. ¿Cómo reza usted por el Papa?
Justamente el de oración es un pedido humilde de sentirse al servicio del pueblo, pero al mismo tiempo de saberse necesitado de la oración del pueblo. De saberse débil, de saberse pecador. Él lo ha dicho muchísimas veces: soy un hombre pecador. Esto de necesitar continuamente el ser sostenido por el Pueblo de Dios es un gesto de humildad. Esta invitación a la oración por él… Yo personalmente lo hago en el rezo diario del rosario, cuando termino de rezar el rosario, al ofrecer las oraciones por el santo padre lo tengo muy presente. Después en pequeños momentos del día, cuando estoy viendo un problema enorme, difícil de resolver en la Iglesia, en seguida rezo por él, pido por él que va a tener que poner la cara, que va a tener que salir adelante y atravesar esta u otra dificultad. Por ejemplo, he rezado muchísimo por el por el tema de los abusos, por el tema de la pandemia, ahora por la guerra, por plantear la reforma de la Iglesia, que son emprendimientos pastorales para los que se requiere una oración muy especial. Muchas veces estando en mi cuarto, o yendo a la capilla cuando pienso en los problemas de la Iglesia, en los problemas del mundo, en seguida, cuando se los traigo el Señor, pido por él.
– ¿Cómo nos sugiere unirnos en la oración en este aniversario?
En este aniversario animo a la oración en las familias, en las comunidades… pienso que la oración en las comunidades tiene un valor enorme. Y ahora al cumplirse estos diez años que nos han pasado volando, pero que han sido muy intensos, que el Pueblo de Dios como cuerpo, como familia, pueda encontrar los caminos para unirse a él en la oración. Son las intenciones de la Iglesia, rezar por el Papa es rezar por la evangelización del mundo, es rezar por la misión, es rezar para que el mundo se salve, para que le mundo crea. Es rezar para adelantar la Resurrección. No es rezar solo por una persona, sino es incorporarse al sentir de todo un pueblo que busca a Dios y que quiere transmitirlo.
La Iglesia argentina tiene programado para el mes de marzo una serie de actividades, en todas las diócesis, para conmemorar el décimo aniversario de la elección del papa Francisco. Una conmemoración que es vivida, a ejemplo del propio Papa, y más allá de su nacionalidad, como una invitación a compartir y anunciar la alegría del Evangelio.