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El pasado jueves 23 de marzo, el Papa Francisco reconocía las virtudes heroicas de una mujer admirable que vivió en la España de los Reyes Católicos, con los que tuvo una estrecha vinculación. Prima segunda de Fernando de Aragón, terminó siendo una de las damas de compañía de la reina Isabel.
Teresa Enríquez de Alvarado había nacido en el año 1450 en la localidad vallisoletana de Medina de Rioseco. Hija de Alonso Enríquez, almirante mayor de Castilla, Teresa no llegó a conocer a su madre, María de Alvarado y Villagrán, pues falleció poco después de su nacimiento. Fue su abuela paterna, Teresa de Quiñones, quien cuidó a la pequeña. Convertida en una segunda madre, la abuela Teresa se la llevó a vivir con ella y su marido al Palacio de Valdespozo. Cuando sus abuelos fundaron allí un convento, Teresa Enríquez fue enviada al centro religioso como estudiante, donde creció feliz y aprendió a amar a Dios y al prójimo.
En la década de 1470, a instancias de su familia, Teresa Enríquez se casó con Gutierre de Cárdenas, con quien tuvo cuatro hijos. La pareja vivió los siguientes años muy vinculada a la corte, él como contador mayor y ella como dama de Isabel I de Castilla. Teresa Enríquez formó parte del rico y selecto grupo de damas eruditas, sabias y piadosas que enriquecieron la corte femenina; mujeres como Beatriz Galindo, conocida como "La Latina", maestra en palacio, Beatriz de Bobadilla, asesora de la reina, o Beatriz de Silva, fundadora de la orden de las Concepcionistas.
Teresa Enríquez estuvo muchos años junto a la reina, acompañándola en su corte itinerante. En Granada, en el año clave de 1492, fue una de las personas que ayudó a la soberana en el hospital de campaña conocido como Hospital de la Sangre de la Santa Fe, para cuidar a los heridos durante la guerra contra el reino nazarí. Esta fue una de las muchas ocasiones en las que la dama de la corte colaboró con la reina en obras de caridad.
A principios del nuevo siglo, con la desaparición de su señora y de su marido, Teresa Enríquez se instaló en Torrijos. Alejada de la corte, la dama viuda aprovechó para intensificar su piedad y para trabajar en favor de los más necesitados.
Profundamente devota del Santísimo Sacramento, e inspirada en las cofradías que existían en Roma, fundó la primera Hermandad del Santísimo Sacramento en España. Su intensa fe se materializó también en la fundación de la Colegiata del Corpus Christi en Torrijos que sería inspiración para la instauración de cofradías en España y América Latina.
Su profunda devoción llevó al Papa Julio II a decir de ella que era "la loca del Sacramento y embriagada del vino celestial". También en Torrijos, estableció la segunda casa de concepcionistas en España, apoyando así el proyecto impulsado por su querida Beatriz de Silva, a la que conociera en los espléndidos años de la corte.
Teresa Enríquez dedicó su vida a la oración sin olvidarse de los desfavorecidos. Además de fundar varios conventos, consciente de las penurias que pasaban muchas personas a su alrededor, con la ayuda del sacerdote sevillano Fernando de Contreras, impulsó de creación de hospitales y la renovación de otros ya existentes, fundó orfanatos, escuelas para niños y se preocupó de ayudar a las mujeres pobres y a las prostitutas a mejorar sus vidas; dotó, además, a muchas niñas pobres para que pudieran casarse.
Conocido como el "apóstol de Berbería", el padre Contreras trabajaba intensamente para rescatar a cristianos cautivos en el norte de África, misión que fue respaldada por Teresa. Ella misma se encargaba de servir la comida a los niños pobres en el Colegio de la Piedra, fundado gracias a su celo solidario y que pronto se convertiría en uno de los centros educativos más reputados de la zona. Su corazón era tan grande que nadie que se acercara a su puerta recibía una negativa. Daba todo lo que tenía.
Los hospitales de la Consolación y de la Santísima Trinidad siguieron unos patrones modernos, alejados de la austeridad medieval, ventilados e iluminados, en los que se mejoró las condiciones de los pacientes.
Teresa Enríquez dedicó su riqueza a los más necesitados mientras encontraba tiempo para pasar horas ante el sagrario de la Colegiata del Corpus Christi. Una vida marcada por la austeridad, la caridad y el amor a Dios. Una vida que se apagó el 4 de marzo de 1529. Su cuerpo incorrupto descansa en el convento de la Concepción de Torrijos que ella misma ayudó a fundar. En la catedral de Toledo, Teresa y su marido impulsaron la construcción de la hermosa capilla de la Virgen de la Antigua en la que, junto a la imagen de María, aparecen las figuras de la pareja y de sus hijos.
Si en vida lo había dado todo, en la muerte quiso asegurarse que los bienes que le quedaban iban a parar a donde ella más lo deseaba, a la Iglesia del Santístimo Sacramento de Torrijos y a otras iglesias, conventos y monasterios, así como a los hospitales, orfanatos y escuelas que había fundado. Quería asegurarse, en definitiva, que su amplio proyecto vital, no desapareciera con ella.
Después de años proponiendo la canonización de esta dama del siglo XVI, ahora se ha dado el primer paso. Después de la audiencia que el Papa Francisco tuvo con el cardenal prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Marcello Semerano, promulgó el decreto sobre las “virtudes heroicas” de la Sierva de Dios Teresa Enríquez de Alvarado. Junto a ella, el Papa Francisco ha nombrado también venerables a las religiosas María Caterina Flanagan, Leonilde de San Juan Bautista y María do Monte Pereira, así como a la laica italiana María Domenica Lazzeri y el padre salesiano Carlo Crespi Croci.