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La devoción a las Santas Llagas es muy antigua y tradicional en la Iglesia católica. Esta devoción nació en la santa cruz, en el gran acto de amor, cuando Jesús se entregó y cargó con nuestros pecados en el madero.
Es una devoción cristocéntrica, que quiere decir que el Señor es el centro, y abarca lo fundamental.
El apóstol Pablo predicó con vehemencia la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, llegando a decir: si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe (1 Cor 15, 14).
Es por esta fe que cada vez que contemplamos las Santas Llagas de Jesús, nos encontramos ante el gran misterio de su pasión, muerte y resurrección, todo lo que Él sufrió por amor. Así, esta devoción nos lleva a lo central de nuestra fe.
Heridas de amor
Esto es lo que quiso el Señor, pues ya resucitado, quiso llevar la marca de las cinco llagas en su cuerpo glorioso, como decía san Agustín:
"Cristo traspasado por nosotros y clavado en la cruz con clavos, bajado de la cruz y sepultado, es nuestra salvación. Se levantó de la tumba, sanó de sus heridas y conservó sus cicatrices".
Si así lo quiso, fue para ser recordado eternamente en su acto de amor, por eso llagas de amor.
Después de resucitar, Jesús invitó a los Apóstoles a tocar sus llagas para confirmar la Resurrección.
Confirmar en la fe, particularmente a Tomás, pero también a todos nosotros. En la tradición de la Iglesia, la invitación hecha por Jesús se entendía dirigida a los fieles de todos los tiempos.
Y no sólo para confirmar la fe en la Resurrección, sino también para establecer más intensamente el compromiso cristiano y perfeccionar la gratitud por el acto redentor del Señor.
Mediante la contemplación y veneración de las huellas amorosas de su martirio y, posteriormente, de su glorificación, correspondemos a su gesto de amor con amor a Dios, a Él y a nuestros hermanos.
Surgió así esta devoción de gran actualidad en la vida cristiana y en la historia de la Iglesia.
Santas llagas, refugio para los cristianos
No podemos ser una generación de desesperados, gente frívola, cristianos asustados.
O lo que es peor, como decía san Pío, gente impenitente, es decir, gente que no quiere cambiar, que no quiere convertirse. Confiemos en el Señor, reavivemos nuestra fe.
Nosotros, en nuestras debilidades, en nuestras luchas diarias, busquemos refugio en las Santas Llagas de Jesús. En Él, que dijo:
"Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso"
En Sus Llagas encontraremos el aliento y el consuelo de la misericordia divina.
Y además de las cuestiones temporales, os animo a pedir gracias, virtudes santificantes. Preocupémonos también de ellas, y no sólo de las gracias temporales.
Devoción a Jesús de las Santas Llagas
Muchos teólogos y santos, como san Agustín, san Juan Crisóstomo, san Bernardo, san Buenaventura, santo Tomás de Aquino, san Francisco de Asís, santa Gemma Galgani y san Pío de Pietrelcina, entre otros, tuvieron una devoción muy especial a las santas llagas.
Esta es también una de las devociones favoritas del papa Francisco, quien recomendó:
"Está esta hermosa devoción de rezar un Padre Nuestro por cada una de las cinco llagas: cuando rezamos ese Padrenuestro, intentamos entrar a través de las llagas de Jesús, dentro, precisamente a su corazón. Y allí aprenderemos la gran sabiduría del misterio de Cristo, la gran sabiduría de la cruz".
Las Llagas del Señor ya no se abren como llagas sangrantes, llagas de su martirio, sino como llagas para bendecir, llagas gloriosas de su resurrección.