El próximo 14 de abril llegará a las salas de cine españolas el emocionante drama pro vida, Marca de vida, que centra su atención en las cuestiones ligadas a la adopción. Escrita y dirigida por el cineasta estadounidense de 33 años, Kevin Peeples, la película es una adaptación de Alex Kendrick y Stephen Kendrick de la historia real de David Scotton narrada en el documental I Lived on Parker Avenue estrenado en 2018. De su distribución en salas responde European Dreams Factory.
Por su lado, Marca de vida sigue los pasos de David. Es un chico de 18 años que vive feliz con la familia católica, creyente, pudiente en términos económicos, y dialogante que le adoptó cuando era un bebé. David es un gran orador, responsable, maduro para su edad, le gusta practicar la lucha libre y, como sus padres, también cree en Dios y en una vida más allá de esta. Es un joven de nuestro tiempo. Sin embargo, su cómodo mundo se pone patas arriba cuando, inesperadamente, su madre biológica expresa su deseo de conocerlo. Con el aliento de sus padres adoptivos, David se embarcará en un viaje hacia el encuentro de su yo más íntimo.
Se agradece sobremanera que el cine vuelva a poner sobre el tapete historias que apelan a nuestra conciencia -al compromiso con el deber moral aún en situaciones de gran riesgo- cada vez de un modo más directo, cada vez mejor elaboradas y cada vez con unos actores y una factura técnica de gran nivel, como es el caso de la aventura que nos ocupa. Todo ello es respuesta a la gran demanda que existe, dentro y fuera de nuestras fronteras, de dar a conocer este tipo de historias tan audaces, que por suerte se están vehiculando a través del séptimo arte.
De hecho, la propia distribuidora del filme, European Dreams Factory, yendo a lo que realmente hoy se considera políticamente incorrecto, ya se había manifestado al respecto con producciones en torno a la vida del no nacido, cuyo tema también asume el filme, como Bella (Alejandro Gómez Monteverde, 2006), Unplanned (Chuck Konzelman y Cary Solomon, 2019), Cuestión de Derechos (James Ball, 2020) o El grito silencioso (Cathy Allyn y Nick Loeb, 2021), entre otras.
En cuanto al asunto sobre la adopción y la acogida, también la industria ha indagado en el tema con bastante acierto y sensibilidad. En este caso recordamos los trabajos Vete y vive (Radu Mihaileanu, 2005), La vergüenza (David Planell, 2009) o La pequeña Lola (Bertrand Tavernier, 2004).
A partir de una puesta en escena realista, que describe con precisión y a partes iguales un mundo occidentalizado y contemporáneo como un mundo más rural, Marca de vida tiene, esencialmente, a cinco personas en conflicto: los padres adoptivos de David (Kimmy Colton y Susan Colton) y sus padres biológicos (Melissa Cates y Shawn Cates).
Los primeros -que tuvieron dos hijos y murieron al poco de nacer- están de acuerdo en que todo lo que ocurre a nuestro alrededor sucede por algún motivo. Y ello pasa por el hecho de que David, el hijo que adoptaron y al ser mayor de edad, puede conocer a sus padres biológicos. Y, en efecto, el conflicto se produce ante la posibilidad de que David, por derecho propio, desee quedarse al lado de los padres que le engendraron.
Todo este periplo emocional lo atraviesan sus protagonistas con miedo e incertidumbre recíprocas. Sin embargo, la película siempre se pone del lado positivo, de la apuesta por la verdad, sin que nadie salga herido, más allá de las propias heridas que en el pasado han experimentado ambas parejas de padres. Para construir estas relaciones, el filme se ha estructurado en dos planos temporales que narran el antes y el después de cada uno de estos padres con unos acertados flashbacks.
Uno de los asuntos de la película que más llama la atención es la pregunta del "¿Por qué a mí?", que a pesar de que solo la pronuncia David al comienzo de la cinta, la cuestión sobrevuela a todos los personajes. Como el hecho del propio ejercicio de la gratitud, por el que vale la pena estar vivo. No en vano, la madre biológica de David -que se quedó embarazada de él de adolescente-, estuvo a punto de abortar. Sin embargo recordó las palabras de un grupo de jóvenes pro vida apostadas delante de la clínica mortal, y le hizo reflexionar: "Tu bebé tiene todos los dedos de un corazón que late".
Además, en Marca de vida todos los diálogos y reflexiones resultan creíbles y plantea un horizonte esperanzador, donde la adopción y la acogida mutua -por el bien común del hijo adoptado- son los emblemas principales por donde discurre la película. Mención aparte para la frescura y naturalidad con la que se expresan todos los protagonistas del filme. Un gran acierto la elección de este elenco que hace aún más completa esta historia tan esencial para comprender que Dios escribe derecho con renglones torcidos.
Así las cosas, podemos concluir que la propuesta de marras, poderosa y valiente en su tratamiento argumental en torno a la adopción y sus consecuencias, es también un muy emocionante y entusiasta viaje hacia el origen del yo donde Dios siempre ayuda y está presente.