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Seguro que los conoces, estos famosos bloques de colores que encajan entre sí y que es mejor no pisar por accidente. Con un poco de imaginación, pueden convertirse en una casa, un coche, la Torre Eiffel, el Coliseo o incluso el Titanic... Obviamente, son los Lego. Pero ¿sabías que su historia también esconde un verdadero testimonio de fe?
Ole Kirk Christiansen, creador de Lego, nació en Dinamarca en 1891.
Fue el décimo hijo de sus hermanos. Su madre, Kirstine, describe brevemente su vida familiar en su diario, que describe como "humilde pero feliz, en la confianza de la misericordia de Dios."
El joven Ole creció así en el seno de una familia campesina y piadosa, de fe protestante. A la edad de siete años, ya cuida las ovejas y las vacas en la granja de su padre y trabaja en los campos cercanos para ayudar a sus padres a satisfacer las necesidades del hogar.
Más tarde, se convirtió en aprendiz de carpintero de su hermano y abrió su propio taller en 1916. Conoció a su futura esposa, Kristine Sørensen, y se convirtió en padre de cuatro niños pequeños.
Su fe, combinada con su determinación y trabajo duro, le ayudó a superar momentos difíciles, tanto en lo personal como en lo profesional.
A la edad de 33 años, su casa y su taller fueron consumidos en un incendio de gran violencia. Pero reconstruyó su taller y encontró un nuevo hogar para su familia. Tiempo después, sin embargo, se vio obligado a poner fin a su actividad a causa de la crisis de 1929. El joven artesano se encontró sin ingresos y viudo, ya que su mujer murió repentinamente a los 40 años.
El nacimiento de los ladrillos Lego
Aunque la desgracia parecía estar sobre él, Ole siguió mostrando optimismo gracias a una buena dosis de humor, y sobre todo gracias a la oración.
Tiempo después se volvió a casar con Sofie, de 38 años, gracias a quien logró salvar su negocio y reembolsar a sus acreedores el coste de la reconstrucción de su taller.
Ole se lanzó a la fabricación de juguetes en 1932, los que se convertirían en los famosos Lego.
Inicialmente hechos de madera, no se hicieron de plástico hasta 1949. Describió esta oportunidad en sus memorias "como un regalo de Dios".
Esta producción fue en aumento y el padre de familia y carpintero hizo de ella su actividad, entonces ya próspera, hasta el punto de abrir una planta de fabricación de Lego.
Hasta que ocurrió otra desgracia. "A las tres de la mañana -cuenta Ole en sus memorias- uno de los jóvenes que trabajaban en el taller entra en mi casa y grita: '¡Se está quemando la fábrica!' Esta noticia fue desgarradora. Me detuve por un momento para arrodillarme ante Dios. Repetí mi gratitud al Omnisciente, y eso me dio paz y tranquilidad."
A pesar de esta gran pérdida, con la ayuda de su familia, empleados y amigos de negocios, Ole Kirk Christiansen reconstruyó la fábrica e incluso empleó a 40 personas al año siguiente. Al frente de su empresa, compartía su fe dirigiendo una oración cada mañana con sus empleados. Les ofrecía a cada uno de ellos una copia del Libro de los Salmos, estampado con el logo "Lego".
Así lo recuerda su hijo Gotfryd:
"Estoy convencido de que la fe de mi padre en Dios, que brilló en todo lo que hizo, lo ayudó a superar las tristezas y las dificultades. Eso lo supo. Su fe lo hizo un hombre valiente. Le dio el consuelo que necesitaba para asumir sus nuevas responsabilidades y la fuerza para salir adelante a pesar de los obstáculos que encontró."
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En la siguiente galería de imágenes puedes ver la reproducción del Vaticano con piezas de Lego: