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“La escultura religiosa barroca española nos coloca a medio camino entre lo natural y lo sobrenatural”

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Vidal Arranz - publicado el 25/04/23
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La experta María Bolaños cree que es una de las cumbres del arte europeo, y que ha sido minusvalorada durante mucho tiempo por su vocación confesional y su carácter popular

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"La escultura del Siglo de Oro es una de las cumbres del arte escultórico europeo, junto a los grandes artistas del mármol italiano", explica la historiadora María Bolaños quien resalta su capacidad para "colocar al espectador a medio camino entre lo natural y lo sobrenatural, con un sentido teatral". 

Quien habla no es una experta más. María Bolaños es doctora en Historia del Arte, habitual en los másteres de museología, y directora durante 13 años (hasta finales del 2021) del Museo Nacional de Escultura, con sede en Valladolid. 

Recientemente, la Fundación Juan March le encargó organizar un ciclo de conferencias sobre la historia de la escultura, en el que ella misma impartió una charla sobre la relación de este arte con la forma humana, y en la que defendió justamente la singularidad del barroco español y su extraordinaria calidad estética.

Una dimensión artística que no siempre ha sido evidente para los estudiosos, según reconoce Bolaños, quien argumenta, a modo de prueba, el muy distinto volumen que ocupan en los anaqueles de las bibliotecas los libros dedicados a la pintura barroca con respecto a los monográficos de escultura del mismo periodo, mucho más escasos. 

"Seguramente por ser una escultura marcadamente religiosa, de vocación popular y realizada en madera, un material no tan noble como el bronce o el mármol, ha vivido muchos años arrinconada en los intereses académicos y el gusto común".

Pero este desinterés está cambiando. "En este siglo la percepción ha cambiado muchísimo. Se nota en el mercado del arte y en cómo han subido los precios de estas obras", explica Bolaños, quien dirigió la institución con una mayor y mejor representación de este movimiento escultórico.

Según su conocimiento de la situación, han sido los artistas más contemporáneos los que más han contribuido a revalorizar la escultura religiosa barroca española. "Muchos artistas han descubierto ahí un ámbito poco explorado", explica Bolaños.

Pero, además, la nueva sensibilidad artística, que valora la imperfección y el componente artesanal, ha redescubierto estas obras desde nuevas miradas ajenas a lo confesional. 

"Es una escultura con una gran capacidad de crear ilusión. Engaña al ojo con la ilusión de realidad que aporta el color, y que el mármol o el bronce no tienen", explica la experta vallisoletana.

Sobre las reticencias que todavía hoy despierta la dimensión religiosa de estas obras, Bolaños reconoce que existe una dimensión especial de la escultura, por su mayor impacto emocional directo, que no encuentra equivalente en la pintura.

"Las reticencias religiosas afectan más a la escultura que a la pintura. Quien se enfrenta al Cristo de Velázquez, o a una obra de Zurbarán, las ve como obras de arte, mientras que el que contempla a un crucificado de Gregorio Fernández tiende a verlo más bien como una obra de altar", explica.

De hecho, una parte de estas obras desfila en las procesiones de Semana Santa del país, lo que refuerza esa vinculación con la fe.

"Y quienes han tenido una educación católica no pueden dejar de asociar estas esculturas con otros elementos de esa educación de los que quizás no guardan buen recuerdo", explica Bolaños.

El carácter marcadamente físico, hiperrealista a veces, de las esculturas del barroco español -que en la mayoría de los casos son obras religiosas, pues hay poca escultura cortesana de esta época- también influye en nuestra forma de relacionarnos con ellas. 

"La escultura del Siglo de Oro es una presencia que pone a la obra en el límite del no arte", opina Bolaños. "La pintura es un arte más intelectual, menos físico, y nos enfrentamos a ella de una manera diferente".

Esta dimensión más emotiva e impactante de las esculturas barrocas fue reconocida incluso en su tiempo. "Un autor de sermones de la época advertía de que las imágenes sagradas en pintura son más fingidas, y eso huele a hipocresía". 

"En cambio la escultura religiosa tiene una mayor capacidad de impresionar el alma del devoto".

En su reciente conferencia en la Fundación Juan March, la experta en Historia del Arte resaltó que en el siglo XVI no sólo se produce el descubrimiento de un gran continente físico, América, sino también el de un continente cultural: la idea de lo humano.

"En este momento se construye una idea moderna del individuo que, en buena parte, sigue muy viva", explica Bolaños.

Ahora bien, "estamos viendo aparecer formas nuevas de entender lo humano que, de momento, nos resultan desconcertantes; nos cuesta entenderlas", admite la historiadora.

El arte se hace eco, también hoy, de estos debates culturales. "En el fondo late el mismo deseo de explorar la forma humana, pero también lo que lo humano tiene de informe". 

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