¿Te ha pasado eso de estar pasando por una mala racha en la que parece que el universo se ha puesto en tu contra y todo lo que te rodea se ha tornado negativo? Esto es muy común, pero hay un retorno positivo cuando buscamos bendiciones.
¿Por qué?
Una bendición es la expresión de un buen deseo. Dar una bendición siempre ha sido una forma de querer que el favor de Dios se haga presente en la vida de alguien y una de las maneras en las que podemos traer bendición a la vida de otra persona es ayudándole a descubrirlas.
- "Qué maravilla que puedas comenzar estos estudios"
- "Que bendición son tus padres. Siempre están presentes en los momentos importantes"
- "Se te da muy bien la cocina"
- "En el grupo hacía falta una persona como tú"
Cuando somos conscientes de las bendiciones que hemos recibido de Dios, nos damos cuenta de lo valiosos que somos y de lo que tenemos en el presente; y con eso, es más fácil descubrir el sentido que nos ayuda a avanzar en la vida que Dios pensó para nosotros con más confianza.
¿A quién?
Empieza primero por ti mismo y luego hazlo extensivo a los demás.
Si puedes reconocer bendiciones en tu propia experiencia será más sencillo cuando quieras verlas en la vida de otro.
Aunque pasan cosas buenas todo el tiempo, por lo general ese tipo de noticias no nos llegan. Seguramente cualquier amigo, conocido o persona dentro de tu círculo más cercano saldrá muy beneficiado al recordarle algo positivo sobre su vida y el mundo que le rodea.
Encontrar bendiciones, sobre todo en momentos difíciles requiere regular el foco de nuestra mirada para dejar de pensar en lo que nos han quitado, nos falta o ya no tenemos.
Pon atención en aquellas bendiciones ocultas que se revelan en los dolores y las pérdidas que te acompañan.
Si te enfocas en contar bendiciones verás que en realidad lo que has recibido es mucho y la vida está más llena de bondades de lo que crees.
¿Cómo?
Sé intencional en buscar lo bueno y verás cómo con el tiempo el hábito te hará testigo de bendiciones sin hacer grandes esfuerzos.
Recurre a un espacio adecuado que te permita respirar y liberar la mente, pide con oración ver esas bondades y pon por escrito esos pensamientos que te lleguen para luego poder compartirlos.
Tal vez Dios te ha bendecido con una familia increíble, amigos o buenos compañeros de trabajo, un gran talento, buena salud o la oportunidad de aprender o hacer algo.
Cuando detectes alguna, por más pequeña que sea, agradece sin dar nada por sentado.
A veces no nos damos cuenta de ellas hasta que ya no las tenemos. Lo cierto es que cuando un corazón vive agradecido, las bendiciones se multiplicarán a su paso y aparecerán otras nuevas.