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En vida soñaba con navegar a vela por el mundo. Ahora el barco emblema de la Armada Argentina lo hará con su recuerdo. Es que la Fragata ARA Libertad, barco escuela de la Armada Argentina, llevará consigo en su itinerario por el mundo una imagen del venerable Enrique Shaw (1921-1962).
Bendición de la imagen
En un emotivo acto, fue bendecida una imagen del empresario padre de familia con excepcional pasado en la Armada. La imagen, realizada por un artista de Entre Ríos, Darío Coronel, fue colocada en la camareta de guardiamarinas en comisión. Participaron además del obispo castrense y capellanes, cuatro de sus hijos.
Es que Enrique Shaw antes de dedicarse al mundo de la empresa, era un orgulloso y diligente miembro de la Armada argentina, en la que fue desarrollando y descubriendo su vocación como padre de familia y empresario con un liderazgo y sentido impregnado de valores cristianos.
En la Armada Shaw llegó a ser Teniente de Fragata, pero decidió dedicarse a la empresa luego de ser enviado, dado su potencial talento, a realizar un curso de meteorología a Estados Unidos.
«Cristo en la empresa»
Pese a solicitar la baja, por sus cualidades humanas y su dedicación al trabajo, como consta en los archivos revisados en las distintas revisiones biográficas de su figura, dejó una huella perenne. Al punto que el propio obispado castrense promueve la causa de beatificación del hombre que invitaba a los empresarios a ser «Cristo en la empresa».
La documentación de su paso por las Fuerzas Armadas permite un interesante diálogo intertextual para comprender la vida del venerable Shaw. Porque por un lado registra lo que se percibía de él. Y por otro, en su diario personal, cómo él se preparaba para cada día. Los conceptos en uno y otro confirman la importancia que Shaw daba en su formación a su vida de oración y su formación intelectual.
Mientras que sus superiores decían que era un «oficial altamente entusiasmado por su profesión, con un claro concepto del deber y sólidos principios éticos y morales», Shaw escribía en su diario personal: «Efectividad para la acción y el obrar, la integridad de los valores y la constante búsqueda de la perfección interior».
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Humanizar la fábrica
En su diario, además, se atisban rasgos del liderazgo empático que luego llevó a la empresa. En referencia a los subalternos, escribía:
«(…) Creo que hay que acostumbrarlos a hacer bien las cosas. Si se manda ‘firmes’, hay que ponerse firmes, y es notable cómo la costumbre los hace cambiar. Después yo cuando los sanciono y me vienen a aclarar casi siempre se los perdono, si veo que humanamente, sin tener razón, tampoco hubo mucha culpa. Hago después las cosas con ellos; los hago ensuciar en gimnasia haciéndolos echarse al suelo, pero yo también hago lo mismo, y después se dan cuenta que yo los controlo de veras».
Cuando transitaba sus últimos días, sus empleados acudieron masivamente a donar sangre para él, pero regresaron prontamente a cumplir con sus responsabilidades laborales. En ese gesto se vieron los frutos de su filosofía de trabajo con los empleados, mejor comprendida luego de abordar sus escritos en la Armada.
Ya como empresario escribiría: «Importa mucho que el dirigente de empresa sea accesible. Hay que humanizar la fábrica. Para juzgar a un obrero, hay que amarlo».