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Anadith Tanay Reyes Alvarez: la muerte migrante tiene rostro infantil

ANADITH
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Jaime Septién - publicado el 19/05/23
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Que una niña de ocho años de edad nacida en Panamá de padres hondureños muera bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, es una noticia que no debería haber ocurrido jamás

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Ocurrió y es la segunda muerte de un menor de edad en las dos últimas semanas.

Los detalles del deceso

Según el cónsul de Honduras en McAllen (Texas), José Leonardo Navas, el nombre de la niña era Anadith Tanay Reyes Alvarez. La información proporcionada por Navas es que ella era de Panamá, aunque sus padres son de Honduras. Viajaba con su padre, su madre y dos hermanos mayores y estaban todos detenidos en la vecina población de Harlingen.

La pequeña Anadith experimentó lo que los oficiales definieron como "una emergencia médica". Acto seguido, llamaron a los servicios médicos de emergencia. La llevaron al hospital donde fue declarada muerta. Ha sido ordenada una autopsia, aunque los padres de la niña, que hablaron con Navas, recordaron que la pequeña había sido operada de una afección cardiaca hacía tres años.

Su pequeña y triste historia es la misma de tantos y tantos menores de edad que viajan solos o en compañía a los Estados Unidos, buscando una oportunidad de vida digna que en sus países simplemente no encuentran, ni ellos ni sus papás o sus parientes con los que viajan. Una historia que llena de vergüenza –o debería—a todo el continente americano.

EL PASO

Otros casos recientes

La muerte de Anadith se produce una semana después de que un niño hondureño de 17 años, de nombre Ángel Eduardo Maradiaga Espinoza, que viajaba solo, muriera bajo la custodia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos en el centro de retención de Safety Harbor (Florida).

En Honduras, la madre de Ángel Eduardo, Norma Saraí Espinoza Maradiaga, dijo que su hijo tenía epilepsia desde que era niño, pero que sus crisis eran breves y no graves. Agregó que no mostraba signos de estar grave antes de que viajara hacia Estados Unidos. Soñaba con reunirse con su padre y mandar dinero a su madre y a dos hermanos menores que se quedaron en Olanchito (Honduras).

Además, a principios de este año, un "niño no acompañado médicamente frágil de Honduras" de cuatro años murió en un hospital en Michigan. Estaba bajo el cuidado de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados de la agencia, fue llevado al hospital el 14 de marzo luego de un "evento de paro cardíaco". Murió tres días después.

Frontera desbordada

El drama de las niñas y niños migrantes es un reflejo de los problemas migratorios que enfrenta el continente americano. De hecho, la Patrulla Fronteriza tenía bajo custodia a 28.717 personas el 10 de mayo, el día antes de que expiraran las restricciones de asilo relacionadas con la pandemia, el doble que dos semanas antes, según un expediente judicial.

Miles de personas intentaron cruzar la frontera de México a Estados Unidos semanas antes de la cancelación del Título 42, mediante el cual las autoridades estadounidenses expulsaban a muchas personas con el argumento de prevenir la propagación del COVID-19, pero otorgaban dispensas a otras, entre ellas menores de edad que cruzaran la frontera sin que los acompañara alguno de sus padres.

Bien harían las autoridades, bien haríamos todos, al recordar y reflexionar sobre estas palabras del Papa Francisco en su mensaje para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2023 que lleva el extraordinario título de "Libres de elegir si migrar o quedarse":

Por eso, mientras trabajamos para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre, estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; y esto significa acompañar y gobernar los flujos del mejor modo posible, construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular. Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera.

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