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La culpa está presente desde que existe el hombre. Culpa sentimos todos: niños, jóvenes, adultos y hasta adultos mayores. La culpa puede nacer en la niñez de muchas formas, por ejemplo cuando los ojos de mamá me miran con rabia. Puede nacer en la adolescencia, el joven está lleno de vida y quiere saberlo todo, lleva a cabo actos que sabe, van en contra de sus principios familiares. Empieza a sentirse culpable.
Superar el sentimiento de culpa después de una infidelidad no es fácil para cualquiera que hubiere hecho el daño. Pueden pasar muchos años antes de que la persona sea capaz de pensar en lo que hizo, sin sentir culpa. Le pasa a Andrea X quién en consulta me decía: “todas las personas me han perdonado, pero yo no he podido perdonarme a mí misma. Sigo sintiendo mucha culpa”.
Para ayudar al lector a comprender lo que es la culpa, acudí a un experto Alfonso Aguiló, autor de más de veinte libros entre ellos : ¿Es razonable ser cristiano? ; Educar los sentimientos; Educar el carácter e Interrogantes en torno a la fe.
¿Qué es la culpa?
– Alfonso, ¿puedes hablarme de la culpa?
La culpa es como el dolor: señala que algo va mal. Hay que quitar el dolor, pero si no se quita también la causa de ese dolor, el resultado puede ser aún peor, porque no se pone remedio al mal del que ese dolor avisa. Si en cualquier colectivo humano se perdiera el sentido de culpa, se perdería con ello la noción del bien y del mal, seríamos unos desaprensivos.
– ¿Todos sentimos culpa, solo es "cosa de creyentes"?
Cualquier persona, sea católica o no, comete errores. Esos errores producen ofensas en quienes nos rodean, y esas ofensas suelen llevar aparejadas en nosotros un sentido de culpa. Eso es lo natural. Si una persona causa daño a los demás y no tiene un sentido de culpa, eso genera un problema tanto para él como para aquellos a quienes ha dañado.
– ¿Cómo se resuelve la culpa?
Todos, a veces, actuamos mal y nos sentimos culpables. El único modo de resolver la culpa es con el perdón, la reconciliación y la reparación (en lo posible) del daño causado.
Para vivir feliz, toda persona necesita del perdón. Todos ofendemos a otros (de vez en cuando, aunque quizá con más frecuencia de lo que pensamos), y para tener la paz necesitamos aceptar la correspondiente culpa, pedir perdón y reparar en lo posible la falta cometida.
– ¿Cuál es la relación de la culpa con el perdón?
Sentirse culpable puede ser algo positivo si nos lleva a reflexionar y a buscar remedio. Sentirse habitualmente inocente de todo y repercutir la culpabilidad sobre los demás suele ser síntoma de la eficiente acción del orgullo, que suele ser corto de vista para los propios errores y agudísimo para ver los errores de los demás.
Perdonar y pedir perdón son cosas que van muy unidas. A veces, no llegamos a perdonar totalmente a otra persona, y quizá lo que sucede es que tendríamos que pedirle perdón. Porque es verdad que hay ofensas suyas, pero también ofensas nuestras. Porque los agravios suelen entrecruzarse en una maraña que siempre es difícil desliar.
Frente al resentimiento está el perdón y el esfuerzo por superar los agravios. Acostumbrarse a ser persona conciliadora requiere unos resortes psicológicos más fuertes, pero están al alcance de cualquiera, y merece la pena esforzarse por adquirirlos.
La psicología y la religión nos pueden ayudar
Muchas personas cuando van al psicoterapeuta, no hablan enseguida de este sentimiento. Saben que algo anda mal; saben que no están felices pero viven con un sentimiento de haber hecho algo malo. El psicólogo o psicoterapeuta bien formado acompañará a su cliente a buscar la culpa , encontrarla y superarla en gran medida. El sacerdote le ayudará a comprender que de la mano de Dios fuente de misericordia, amor y vida nuestra vida puede quedar libre de ella.
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Puedes contactar con Sheila en Sheila@sheilamorataya.com