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Piriápolis, ciudad balnearia uruguaya a casi 100 kilómetros de la capital Montevideo, se caracteriza por ser un sitio ideal (elegido principalmente por locales y hasta turistas de la región provenientes de países como Argentina) para el descanso en familia durante las vacaciones.
En ese sitio el «turismo de sol y playa» –con una rambla con murallas y famosas construcciones como el Argentino Hotel frente al mar- se lleva todos los galardones.
Sin embargo, también se puede complementar con el contacto con la naturaleza, además de la posibilidad de la contemplación de las maravillas de la creación desde lugares un poco más elevados.
Cerro San Antonio
Es ahí donde aparece el emblemático Cerro San Antonio, uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad fundada por Francisco Piria (a quien el lugar debe su nombre). Sin dudas es una visita obligada (se puede acceder a través de caminos cercanos a la rambla) para todo aquel que llegue hasta el balneario uruguayo.
Con una altura de unos 130 metros, el acceso al cerro se puede hacer tanto a pie (lleva unos 30 minutos aproximados el ascenso) o también a través de algún medio de transporte. Incluso, desde hace varios años está disponible un servicio de aerosillas para aquellos que quieran una experiencia distinta.
Durante el trayecto lo único que impera es respirar hondo y disfrutar de una bella vista panorámica a través del camino donde también es posible toparse con formidables construcciones y hasta apreciar la imagen de la Virgen de los Pescadores o Stella Maris (los amantes del senderismo también tienen una propuesta de breve camino en medio de la vegetación).
La imagen de San Antonio de Padua
Pero más allá de la «recompensa» del camino con formidables paisajes, el verdadero premio del ascenso al cerro San Antonio se encuentra en la meta, o sea, en los más alto. En ese sitio, los devotos de San Antonio de Padua encuentran un momento de remanso y oración (ya sea de promesas como de agradecimiento).
Es recurrente ver a familias enteras llegar hasta el templete, ponerse frente a la imagen de San Antonio, tomarse una foto y rezar.
Incluso, es posible encontrar una pequeña imagen del Sagrado Corazón de Jesús colocada casi de manera improvisada sobre una de las ventanas del lugar (el mes de junio es especial para encontrarse con esa figura de manera sorpresiva).
También parejas de novios o matrimonios encuentran un lugar de refugio a los pies de un santo que mucho tiene que ver con el amor.
Efectivamente, junto a la posibilidad de acceder a un parador para disfrutar de algo sabroso o refrescante (principalmente cuando hace calor) o llevarse algún recuerdo de la visita, el saludo a San Antonio se completa con la oportunidad de seguir maravillándose con todo lo que hay alrededor (desde otros cerros hasta la posibilidad de ver a lo lejos Punta del Este, el principal balneario de Uruguay).
El premio mayor
Pero la mayor recompensa sigue siendo la misma: seguir confiando en Dios en medio de las vicisitudes cotidianas (ya sea a través del agradecimiento o la promesa) con la ayuda e intercesión de San Antonio de Padua.