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Desde su participación como protagonista de la extraordinaria película "La Pasión de Cristo" de Mel Gibson, el actor Jim Caviezel se convirtió en un símbolo del cristianismo. Ejemplos de ello, y de su propósito de contribuir con temas católicos al cine, fueron los filmes "El infiel" o "Pablo, el apóstol de Cristo" y su colaboración en numerosos documentales donde presta su voz en labores de narrador, caso de "Facing Extinction: Christians of Iraq", "Guadalupe: The Miracle and the Message", "Liberating a Continent: John Paul II and the Fall of Communism" o "The Face of Mercy".
En "Grial. La búsqueda de la verdad sagrada", el documental de 50 minutos estrenado en Movistar, no sólo ofrece su voz como narrador de las investigaciones reales que tuvieron lugar en 2010: también sale vestido de monje y sirve de enlace entre el pasado y el presente.
Si indagamos un poco, nos encontraremos con que "Grial" es un montaje abreviado de un docudrama de 2018, "Onyx: Los reyes del Grial", dirigido por Roberto Girault. El cineasta mexicano, probablemente, era consciente de la fuerza visual y el impacto simbólico de la imagen de Caviezel, un hombre cuya carrera sufrió altibajos y puertas cerradas tras convertirse en el Jesucristo de Gibson, tal y como éste le había vaticinado antes de su aceptación del papel. Que aparezca el actor aquí ya nos sirve de aliciente para verlo.
El documental se centra en las indagaciones de Margarita Torres (doctora en Historia Medieval) y José Miguel Ortega del Río (doctor en Historia del Arte y máster en Museología) en torno a unos pergaminos que proporcionaban las suficientes pistas para concluir que el cáliz que cobijan en la Iglesia de San Isidoro de León podría ser el Santo Grial que utilizó Jesús en La Última Cena. Ambos expertos escribieron el libro "Los Reyes del Grial", que sirve de fuente para el guión.
Las pesquisas resultan apasionantes al seguir el rumbo del recipiente de ónyx por Jerusalén, Denia y León, adonde lo llevó Doña Urraca, la hija de Fernando I, quien había heredado de su padre el vaso tras obtenerlo éste como regalo del emir de Denia con el fin de detener las hostilidades entre ambos. Urraca recubrió el cáliz de adornos y pedrería, se supone que para que ninguna otra mano mancillara lo que antaño habían tocado unos dedos sagrados.
“Un objeto utilizado en la eucaristía, corazón del cristianismo”
Hay algo que diferencia a "Grial" de un documental puro: que, como sucede a veces en el género, vemos a actores recreando los dramas del pasado. Así, la actriz portuguesa Maria de Medeiros (¿quién no la recuerda en "Pulp Fiction"?) interpreta a Margarita Torres en 2010, mientras que la propia historiadora comparece en entrevistas actuales. En el caso de Ortega del Río, es Anthony Howell quien lo revive unos años atrás. Otros intérpretes encarnan a históricas figuras como Jesús de Nazaret, Saladino o Doña Urraca.
Lo más interesante de las entrevistas es la emoción de quienes vieron el cáliz al natural. Margarita Torres presenció el desmontaje de la pieza en 2014 para comprobar si, como decían en un antiquísima carta, le faltaba una esquirla.
Afirma que volvió a creer en la fe y en la esperanza a partir de entonces. Porque, como afirma, se trata de "un objeto utilizado en la eucaristía, corazón del cristianismo". James Tabor, "erudito bíblico y profesor de judaísmo antiguo y cristianismo primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte" según consta en Wikipedia, se refiere en el documental a ese entusiasmo que le embarga a uno cuando está cerca de una pieza histórica: "Los objetos nos conectan al pasado gracias a nuestra imaginación pero eso no les resta legitimidad".
Al espectador quizá le sorprenda comprobar que el cáliz sagrado no es como se lo había imaginado o lo ha visto en series, revistas y películas. Una de mis escenas predilectas de "Indiana Jones y la última cruzada" es aquella que se desarrolla tras la elección errónea del Grial por parte de uno de los villanos nazis (escoge el más vistoso y repleto de joyas): tras la muerte de éste, el doctor Jones indica que tiene que tratarse de “"a copa de un carpintero", y opta por la más sencilla.
Esta escena siempre nos confirma que lo mejor, lo más valioso, no tiene por qué ser lo más llamativo o fascinante. Igual sucede con la copa de San Isidoro, en León: es tan simple que resulta fácil creerse la teoría de Ortega y Torres. Jamás podremos estar seguros al 100% de la autenticidad de cada hallazgo de una reliquia sagrada, pero creer en ello refuerza la fe.