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La bendición llamada Urbi et orbi (a la ciudad [de Roma] y al mundo) ofrece la oportunidad de ganar la indulgencia plenaria, acompañada de la confesión y la comunión —recibida con fe y devoción, incluso a través de la televisión, la radio o internet—.
El Papa imparte esta bendición solemne el día de su elección y también cada año el día de Navidad y el Domingo de Pascua.
¿Qué son exactamente las indulgencias? ¿todavía tienen sentido?
Un regalo
Las indulgencias son un regalo, una expresión de misericordia con la que Dios levanta a la persona que ha caído pero que quiere, humildemente y con fe, purificarse, liberarse, recibir el perdón.
“Llevamos muchas cosas guardadas en el corazón: heridas, rencores, ofensas no perdonadas.... Las indulgencias son una oportunidad para la reconciliación, para la paz, para volver a empezar”, explica el padre de Schoenstatt Carlos Padilla.
El Manual de Indulgencias, un decreto de la Penitenciaría Apostólica titulado Enchiridion indulgentiarum, define así indulgencia:
“Remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados ya borrados en cuanto a la culpa, que el fiel cristiano, debidamente dispuesto y cumpliendo unas ciertas y determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”.
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¿Para qué sirven las indulgencias?
La fe católica siempre ha señalado que el pecado tiene dos componentes: la culpa y la pena (o el efecto o daño que produce).
En lenguaje simbólico, es como cuando se clava un clavo en una tabla: la confesión saca el «clavo» (el pecado), pero el hueco que ha dejado en la madera sigue estando ahí.
Es necesario «curar» la herida que ha dejado el pecado en la vida de las personas, para lo que se necesita del auxilio de la gracia. Esta gracia puede obtenerse mediante las indulgencias.
Un mal uso del perdón
Por desgracia, la palabra «indulgencia» tiene todavía, para muchas personas, una connotación negativa a causa de algunos usos abusivos en el pasado.
Esto es «bien porque “debido a indiscretas y superfluas indulgencias” se menospreciaban los poderes de la Iglesia y se debilitaba la satisfacción penitencial, bien porque se vilipendiaba el nombre de las indulgencias por unas “míseras ganancias”», reconoce la Constitución Indulgentiarum Doctrina.
Por eso, la Iglesia ha disminuido el número de indulgencias plenarias respecto al pasado, para que se valoren más y se puedan conseguir con las debidas disposiciones.
Parciales o plenarias
Las indulgencias pueden ser parciales o plenarias, según libren en parte o totalmente de la pena temporal debida por los pecados.
Las parciales pueden aplicarse por uno mismo, y las plenarias por uno mismo y también por personas ya fallecidas.
“El pecado nos aleja de Dios, nos hace sentirnos indignos, impide que el corazón se abra a la gracia; el perdón nos devuelve la vida que habíamos perdido", explica el padre Carlos Padilla.
"La indulgencia es una gracia por la que comenzamos un nuevo camino; se derrama sobre nosotros la gracia de Dios que nos limpia hasta lo profundo y nos hace hombres nuevos”, añade.
¿Cómo se consiguen?
En circunstancias normales, la indulgencia plenaria se puede ganar una vez al día realizando una determinada obra de piedad acompañada de la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa (por ejemplo, un padrenuestro y un avemaría).
Para ganarla, hay que excluir todo afecto al pecado, es decir, rechazar cualquier ofensa al Dios que es amor.
La confesión, comunión y oración por las intenciones del Papa pueden realizarse algunos días antes o después de la obra de piedad prescrita, aunque la Iglesia aconseja que la comunión y la oración por al Papa tengan lugar el mismo día en que se realice la obra.
Con una sola confesión sacramental se pueden ganar muchas indulgencias plenarias.
En cambio, con una sola comunión eucarística y con una sola oración por las intenciones del Papa solamente se puede ganar una indulgencia plenaria.
Casos especiales
Los sacerdotes pueden conmutar a los «impedidos» la obra prescrita y las tres condiciones.
Los obispos también pueden conceder a los que vivan en lugares donde difícilmente puedan confesarse y comulgar, ganar la indulgencia plenaria sin esas dos condiciones, con tal de que estén arrepentidos de corazón y se propongan recibir esos sacramentos cuando puedan.
«Las condiciones que la Iglesia pide para ganar indulgencias son los pasos que permiten que el corazón se abra al don de Dios —explica el padre Carlos Padilla—. La indulgencia abre un camino de conversión en el alma».
Confesarse
«En primer lugar se nos pide que nos confesemos. Confesarnos con un buen examen de conciencia previo, mirando el corazón en lo más profundo y exponiendo con humildad nuestras faltas».
«La confesión nos libera. Recibimos el perdón en el acto de humillarnos. Arrodillados, humillados, lo entregamos todo, abrimos el corazón, manifestamos nuestra debilidad, nos mostramos frágiles y recibimos como gracia el perdón de nuestros pecados. Es el primer acto del camino de conversión».
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Comunión
«El segundo paso que la Iglesia nos pide es participar en una Eucaristía. Una vez que hemos confesado nuestras culpas y hemos recibido la gracia del perdón, participamos en la Eucaristía».
«Para recibir la indulgencia se trata de ir a misa ese mismo día. Experimentamos el amor de Dios. Recibimos su Cuerpo y su Sangre y nos hacemos parte de su vida».
«Cristo viene a nosotros para que nosotros vayamos siempre hacia Él. La Eucaristía es la plenitud del amor en nuestra vida».
Rezar por el papa y sus intenciones
Sobre el tercer paso, la oración por el Papa y sus intenciones, el padre Carlos Padilla destaca: «Nos sentimos parte de la Iglesia. No vamos solos en el camino».
«Pedimos por la Iglesia, por el Papa que la representa y por sus intenciones. Podemos concretarlo en el rezo de un padrenuestro, un avemaría y un credo».
«Es la forma más sencilla de unirnos con toda la Iglesia. Es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Papa se realicen el mismo día».
Obras y oraciones para ganar la indulgencia
El Manual de Indulgencias enumera varias obras y oraciones para ganar la indulgencia plenaria.
Entre ellas están dedicar al menos media hora a la adoración del Santísimo y recibir la bendición del Papa Urbi et orbi incluso por radio y televisión.
En todas las iglesias, oratorios públicos o semipúblicos, puede ganarse una indulgencia plenaria aplicable a los difuntos el día 2 de noviembre.
En las iglesias parroquiales se puede, además, ganar una indulgencia plenaria dos veces al año: el día de la fiesta del titular y el 2 de agosto u otro día establecido por el obispo, realizando una visita piadosa durante la cual se reciten la oración dominical y el padrenuestro y el credo.
Esas indulgencias también pueden ganarse el domingo anterior y el posterior a los días indicados, con permiso del obispo.
El 29 de junio puede obtenerse indulgencia plenaria empleando devotamente un crucifijo, rosario, escapulario o medalla bendecido por el Papa o por un obispo, añadiendo alguna fórmula legítima de profesión de fe.
Además de las indulgencias del compendio oficial, el Papa concede otras indulgencias en ocasiones especiales como por ejemplo la Jornada Mundial de la Juventud, el Año de la Fe, algún aniversario…
Para profundizar:
·Compendio oficial ordinario de las indulgencias vigentes y las normas para conseguirlas llamado Enchiridion Indulgentiarum, publicado por la Penitenciaría apostólica de la Santa Sede.
·Constitución Apostólica Indulgentiarum Doctrina sobre la revisión de las indulgencias
·Código de Derecho Canónico (cánones 992 a 997)
·Catecismo de la Iglesia Católica (1471 a 1479)