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Los platos que no han sido lavados, la ropa que no ha sido planchada, la falta de sueño o la discrepancia sobre la educación de los hijos... A veces sucede que estalla un conflicto de pareja; el tono sube, se pronuncian palabras hirientes…
Muchas veces no nos damos cuenta que estamos bajo la mirada de los niños, una pequeña escena doméstica puede pasar desapercibida para los padres, sobre todo si el conflicto se resuelve rápidamente, sin embargo, puede desestabilizar a los niños y sumirlos en una auténtica angustia.
¿Cómo vive el niño la discusión de sus padres?
El niño ve a sus padres como una verdadera base de amor en la que se siente seguro. Así que a la menor discusión, se hace la pregunta: «¿Mis padres se van a separar?». Una pregunta que puede parecerle lógica si tiene amigos cuyos padres están divorciados.
¡Pero afortunadamente, no siempre significa que se divorciarán! Y aunque los adultos lo saben, el niño no. Por lo tanto, es importante tranquilizarlo sobre este punto.
Tranquiliza a tu hijo y pídele perdón
Debemos explicarle al niño que la discusión no significa que no haya amor. También debemos dejar que el niño exprese sus emociones, que diga lo que él sintió. Pequeñas preguntas como ¿estabas asustado? o ¿estás triste? pueden ayudarlo a calmar sus emociones y evitar guardárselas porque lo que no se expresa se imprime. Dice el Papa Francisco que «El matrimonio se prepara desde el nacimiento».
Establecer mecanismos para moderar las disputas
Dado que el impacto de una discusión de los padres es real en un niño, es mejor esperar hasta que los niños estén en la cama, en la escuela, la guardería o cualquier otro lugar para reunirse a solas, tener una discusión y resolver el conflicto.
¿Por qué no establecer un código para indicarle al otro que hemos sido heridos o no estamos de acuerdo? Un cartel que diga: «Hablamos de esto más tarde». Y dado que la mayoría de las discusiones ocurren debido a la fatiga o el estrés experimentado durante el día, es importante escucharse unos a otros.
Por la noche, por qué no le preguntas a tu cónyuge cómo pasó su día o qué necesita. Así se pueden anticipar las necesidades del otro y se evitará la posible disputa ligada a su agotamiento.
Para no lastimar a sus hijos con sus escenas domésticas, la pareja también debe tener momentos privilegiados para hablarse de verdad. Y si él o ella no saben cómo hacerlo, tienen que ir a ver a un consejero matrimonial que les permitirá a ambos cónyuges identificar mecanismos específicos para cada uno y ayudará a que la pareja aprenda a comunicarse mejor y a escucharse.
Sobre todo, no olvides que cuando la pareja se ama, los hijos cosechan los beneficios.