Nacida en Oaxaca, México, creció en Santa Bárbara, California, Estados Unidos, donde sintió un llamado a la bondad a través de la vocación religiosa, a pesar del ambiente hostil, de violencia y delincuencia que la rodeaba. Hoy con casi 16 mil seguidores en Instagram y 10 años dentro de la Congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, la Hermana Fabiola, de 25 años de edad, lleva el mensaje de Cristo a las redes.
«Todo lugar donde hay una persona es perfecto para llevar a Jesús. En su tiempo, Él recorrió muchos kilómetros y no escatimó nada para llegar a un lugar y anunciar la Buena Nueva; y después de Él, lo hicieron los apóstoles y santos que deseaban llegar a los sitios más recónditos para anunciar el amor de Dios donde no era conocido. Las redes sociales son el sexto continente donde también podemos llevar a Cristo», cuenta la Misionera Clarisa.
«Esta aventura inició en un curso de evangelización digital para apoyar a mi comunidad. Recibía consejos y comentarios de lo bueno que sería evangelizar en redes pero esto me causaba mucho miedo. ¡Así que me lancé! y dije “está bien, Señor, si Tú lo quieres ¡vamos a lanzar las redes a las redes!”»
Respondiendo al llamado de cualquier bautizado
La hermana Fabiola continúa: «Todo bautizado está llamado a dar testimonio de fe. Al bautizarnos decimos “sí quiero ser parte de la Iglesia, sí quiero ser santo. Quiero ser testigo en el mundo”. El bautismo da el santo deber de anunciar el Evangelio. Si eres evangelizador digital no olvides que Dios es nuestro faro y si le perdemos de vista perdemos todo, no puede faltar la oración donde dialogas de corazón a corazón con Dios».
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La hermana confiesa haber experimentado una fuerte crisis existencial y de fe durante la adolescencia, al regresar a vivir a Oaxaca, debido al cambio radical entre países. Esta situación la puso junto a chicas de su edad que ya sabían lo querían hacer con su vida, mientras ella se sentía perdida respecto a la razón de su existencia en este mundo. Finalmente, Fabiola ingresó al convento a los 15 años, una vez superadas dichas crisis, y desde entonces vive felizmente como religiosa.
«Vengo de una familia católica y en mi niñez crecí en un ambiente de constantes peleas de pandilleros, y de pronto, escuché que las monjas eran buenas. En mi interior creció el deseo de ser buena, como ellas, aunque en verdad no sabía que era ser una monja», comparte la hermana.
«Lo más bello de la vida consagrada es pertenecer a Dios; el poder caminar con mis hermanas juntas hacia Dios, y si volviera a nacer y Dios me volviera a llamar nuevamente, le diría que sí».
La mirada fija en Dios
Estar en redes sociales me ha ayudado a profundizar más en mi amor y relación con Dios y en mi fe. Doy gracias a Dios por haberme atraído hacia Él, por ser parte de la hermosa Iglesia católica, por llamarme a ser suya como Misionera Clarisa, y por tantas bendiciones y gracias con que me colma. Deseo ayudar, ser Iglesia, acompañar a que muchos deseen, ardientemente, la santidad y encuentren que basta vivir lo ordinario de modo extraordinario, aún esas cosas difíciles. Estoy profesionalizando mi trabajo para que sea contenido de valor y calidad. Pero dejo a Dios libre en llevar este proyecto que Él ha empezado hacia donde Él desee y sé que Él pondrá los medios hacia donde quiera dirigirlo».
Por último, la hermana Fabiola compartió con Aleteia una valiosa recomendación: «Déjense enamorar por Dios, por este Padre bueno que quiere desbordar con su amor a todos. No tengan miedo a ser testigos fieles de este infinito amor en donde se encuentren; y si quieres ser evangelizador digital, solo recuerda tener la mirada fija en Dios».
«Pido a Dios y a cada uno que lee este artículo que pida por mí, para que realmente pueda dar a Dios lo que espera de mí, pido por ti, ¡todo por Jesús, María y las almas!», cierra la hermana Fabiola.