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"No es bueno que el hombre esté solo" sentencia el Génesis (2, 18), así pues, desde que el ser humano fue creado, Dios lo hizo para que en pareja -hombre y mujer- formaran una familia. Las cosas han cambiado desde entonces, ahora, por ejemplo, muchos jóvenes ya no quieren casarse y solo buscan compañía, descartando prematuramente la posibilidad de tener hijos.
Este es un fenómeno cada vez más común en el mundo. Sin embargo, lo que todos buscan es vivir un amor, a veces irreal, como el que presentan las historias y que provocan frustraciones y desencantos cuando se despierta a la realidad.
Por ello, trabajar en dos aspectos serán básicos para comenzar a construir una relación sana, estable y santa:
1Busca alguien que piense similar a ti
Estar de acuerdo es fundamental para hacer más sencilla la vida de pareja; por ello, ambos deben conocer profundamente al otro y platicar cosas esenciales, como la cuestión económica, los hijos que tendrán, donde vivirán, etcétera.
En todo esto (que será la forma en la que lleven su familia en el futuro) es muy importante tener las mismas creencias y escala de valores, porque un matrimonio practicante de su fe tendrá mayores probabilidades de éxito.
Por supuesto, los problemas nunca faltarán, y definitivamente no terminaremos de conocer a las personas. Sin embargo, es importante, ante todo, entender que para que una relación de pareja tenga éxito debe tener amor, respeto, comunicación, perdón, comprensión, empatía, caridad... la lista es larga, pero lo principal es pedir a Jesucristo que sea el centro del matrimonio. Sin Él, será muy difícil enfrentar la adversidades de la vida en pareja.
2Ora por tu futuro cónyuge
Precisamente porque sin Dios no es posible tener una relación exitosa, antes que nada, hay que empezar por pedirle a Él por la persona que se convertirá en tu cónyuge, para que los corazones se vayan preparando y disponiendo para vivir lo que se venga durante el tiempo que dure el matrimonio, ya que se están comprometiendo para toda la vida, que solo Dios sabe cuanto terminará.
¿Cuando es el mejor momento para comenzar a hacerlo? desde antes de conocerse, porque Dios hará que llegue esa persona con la que alcanzarás la salvación en su debido momento; recuerda, "ya no serán dos, sino una sola carne" (Gén 2, 24)
Y algo muy importante: no precipites la decisión. Puede suceder que por presiones sociales, o por miedo a la soledad, se escoja mal. Esto es un error que podrá tener repercusiones durante el resto de tu vida a nivel físico, emocional y espiritual (heridas profundas, divorcios, mala dinámica familiar, relaciones tortuosas) y, peor aún, poner en riesgo la salvación de ambos.
Hay que confiar, orar mucho al Espíritu Santo para que inspire lo que debe hacerse y abandonarse en sus manos; el Señor se encargará del resto.