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San Francisco de Asís inspiró a santa Clara a vivir una vida similar a la suya, de pobreza y oración.
Clara no estaba sola en su deseo de santidad, ya que su hermana menor, Inés, la acompañó al convento.
Esto enfureció a su padre, Monaldo, que no quería que sus hijas llevaran una vida religiosa recluida. Incluso envió a su hermano con varios hombres armados para sacar a Inés del convento por la fuerza si fuera necesario.
Sin embargo, ocurrió algo milagroso, como explica la Enciclopedia Católica:
"Monaldo, fuera de sí por la rabia, desenvainó su espada para golpear a la joven, pero su brazo cayó, marchito e inútil, a su lado; otros arrastraron a Inés fuera del monasterio por los cabellos, golpeándola e incluso pateándola repetidamente. Santa Clara acudió en su ayuda y, de repente, el cuerpo de Inés se hizo tan pesado que los soldados, tras intentar en vano cargar con ella, la dejaron caer medio muerta en un campo cercano. Vencidos por un poder espiritual contra el que la fuerza física no servía de nada, los padres de Inés se vieron obligados a retirarse y permitir que Inés permaneciera allí con santa Clara".
Santa Inés fue finalmente elegida por san Francisco para ser superiora de una comunidad de hermanas en Florencia, Italia.
Murió el 16 de noviembre de 1253 y fue enterrada junto a su hermana mayor, Santa Clara.