El testimonio de san Maximiliano Kolbe impactó a todo el mundo, pues aun viviendo en tiempos difíciles por la guerra nazi, tomó la firme decisión de ser un verdadero cristiano. De tal forma que, a la fecha, podemos contar con su testimonio y aplicar estas sencillas lecciones que nos inspiran en nuestro día a día y en nuestra vida espiritual.
Maximiliano María Kolbe pasó gran parte de su vida en centros para prisioneros. A pesar de ello, no perdió de vista ni por un momento lo que podía hacer por las almas, de tal forma que fundó la Milicia de María Inmaculada.
Este santo logró ganarse la meta del cielo a base de una vida virtuosa y diligente, por lo que si tú también quieres alcanzar la meta de la santidad, te compartimos cómo lo hizo ese santo sacerdote, mártir. Ya que si queremos vencer nuestras dificultades y ser virtuosos, tenemos que ponernos manos a la obra.
1Constancia
San Maximiliano logró muchas cosas, como fundar una congregación, diseñar una nave espacial, entre muchas otras. Nada de esto lo hubiera logrado si no se diera el tiempo necesario para llevar a cabo los proyectos que tenía en mente.
Entonces, si quieres lograr algo o llegar a cierto lugar, trabaja por ello y no desistas. Es mejor dar pasos pequeños, pero seguros, a diferencia de no avanzar nada y procrastinar.
2Confianza en María Santísima
El sacerdote dedicaba tiempo para encomendarse a la Madre del Cielo, a quien le confiaba su vida y sus anhelos; y de esta misma manera pedía su ayuda, pues que mejor intercesora que María misma.
3Amistad sincera
Este gran santo sabía ser amigo. Demostraba siempre su interés por los demás, se mostraba confiable, alegre y lleno de Dios, a tal grado que entregó su vida en un campo de concentración para salvar a un hombre padre de familia y que así pudiera regresar con sus hijos y esposa. "El amigo fiel es seguro refugio, el que le encuentra, ha encontrado un tesoro". Eclo. 6, 14.
4 Paciencia
Hoy es difícil mantener la paciencia, sobre todo porque el mundo nos ha acostumbrado a vivir en la inmediatez, por lo que filas largas, el tráfico o esperar a alguien nos impacienta. Sin embargo, quien tiene paciencia cultiva un gran fruto.
San Maximiliano fue paciente en los momentos en los que fue prisionero y supo estar a la espera de los planes de Dios.
5 Escucha y consuelo
Kolbe, en los campos de concentración, escuchaba los lamentos de sus compañeros prisioneros y los consolaba.
De la misma manera, podemos consolar al que está triste. A veces se nos olvida ver por los que sufren y solo vemos por nosotros mismos. Veamos con ojos de misericordia y amor al que no la está pasando bien.
6Creatividad
El amor hacia Cristo era tan grande que quería compartirlo con los demás y para ello no quiso quedarse quieto, pues, a pesar de estar enfermo de tuberculosis, se decidió a hacer algo más por el Reino de Cristo, por lo que empezó a diseñar y distribuir una revista en la que compartía la verdad.
Decía que:
«Un misionero de la pluma [...] forma opinión pública, atenúa la aversión hacia el catolicismo, aclara y remueve lentamente de la mente prejuicios y objeciones inveteradas, predispone a una gradual lealtad hacia la Iglesia y con el tiempo [...] a la confianza y, finalmente, al deseo de conocer mejor la religión».