Esta Navidad, el Papa Francisco pide a los cristianos que den prioridad a los lazos familiares y a las personas, no a los regalos. En la audiencia general del 20 de diciembre de 2023, que presidió en la Sala Pablo VI del Vaticano, nos instó a no quedarnos en lo "superficial", sino a redescubrir el significado del belén, 800 años después de que san Francisco de Asís creara el primer belén viviente en Greccio (1223).
Para el Pontífice de 87 años, el belén es "una escuela de sobriedad", en un momento en el que "el riesgo de perder lo que cuenta en la vida es alto y, paradójicamente, aumenta precisamente en Navidad". En su catequesis, el Papa se pronunció contra el "consumismo", exhortando a no reducir la Navidad a "[llevar] regalos a casa o hacer celebraciones fastuosas".
Durante las fiestas navideñas, el jefe de la Iglesia católica advirtió contra "el frenesí de las compras". "Las personas antes que las cosas", dijo, instando a redescubrir lo esencial, es decir, "Dios que viene a vivir entre nosotros", así como "la familia" y "nuestros seres queridos".
"Esto no basta"
Ante el nacimiento, el Papa también invitó a experimentar el "asombro". "Si los cristianos miramos el belén como algo bello, como algo histórico, incluso religioso, y rezamos, eso no basta", dijo, saliendo de sus apuntes. Continuó:
Cuando miramos el nacimiento de Jesús, necesitamos […] asombro. Si no me asombro ante los misterios, mi fe es superficial, una fe de ordenador".
El 266º Papa criticó también "la tentación de divertirnos sin alegría, de divertirnos haciendo ruido cuando no hay alegría". Por el contrario, el nacimiento de Cristo es ocasión de "verdadera alegría", porque permite tocar "la ternura de Dios, que no nos deja solos, sino que nos consuela". Utilizando una metáfora, Francisco comparó la espiritualidad de la cuna con "un pequeño pozo del que se puede extraer la cercanía de Dios".
A pocos pasos del Aula Pablo VI, donde estuvo, la plaza de San Pedro acogió este año un belén de temática franciscana, creado por artistas del valle de Rieti, en recuerdo del primer belén del pobrecillo en Asís. Es costumbre que el Pontífice presente aquí sus respetos la noche del 31 de diciembre.