Si te has preguntado cuál es la misión que Dios tiene para ti entonces estás en el lugar correcto. En el libro de Isaías nos dice: "Te he llamado por tu nombre y eres mío" (Is 43,1).
El llamado
A lo largo de nuestra vida tenemos varios llamados. Esa serie de llamados forman parte de nuestra vocación, palabra que proviene del término vocare que quiere decir llamar.
El primer llamado por el que todos pasamos es a la existencia, hemos sido llamados como seres humanos, hombre o mujer, cada uno en un contexto distinto y en una zona geográfica en especial.
De tal forma que, es ahí donde iremos descubriendo nuestra misión, pues este no será el único llamado que tendremos en la vida.
Cuando hablamos de vocación ésta solo se reduce -como diría el Pbro. Alfonso Navarro, en su libro Misión en el Mundo- a las vocaciones religiosas, sin considerar los distintos llamados que Dios tiene para cada uno en sus diferentes estados de vida, como el matrimonio o como aquel que se dedica a una profesión en particular por el bien común.
Mientras crecemos vamos descubriendo nuestra vocación por medio de nuestros talentos y habilidades. El padre Alfonso comparte que llevamos en nuestra genética una direccionalidad específica que hará que nos sintamos inclinados hacia cierto camino.
Pero para descubrirlo, Dios no solo nos llama , sino que nos equipa y nos envía; así como te preparas en el estudio para un examen o una entrevista importante, de la misma manera Dios te equipa para la misión a la cual estás llamado.
Nada es por casualidad. Ahí donde estás, tus rasgos físicos y genéticos forman parte de tu misión, pues Dios ya la tenía pensada desde antes de tu nacimiento. Recuerda que somos alma y cuerpo, por lo que cada uno de nosotros somos únicos y tenemos una misión específica; para vivirla te compartimos estos consejos:
1Descubre para lo que estás hecho
¿Cómo? Una recomendación que da el P. Alfonso Navarro es que lo hagas bajo los criterios del Evangelio. Puedes leerlo, meditarlo y así irás teniendo esas inspiraciones en tu corazón.
Anota cuáles son tus talentos, tus habilidades y pide la guía al Espíritu Santo para que te muestre el camino para que vayas descubriendo cuál es tu llamado.
2Acepta la misión
Jesús dice: "Como el Padre me ha enviado, yo también los envió a ustedes" (Jn 20,21). Esto nos permite ver que incluso el mismo Jesús tuvo una misión: nuestra salvación, y aceptándola, envió a sus discípulos.
3Equípate para la misión
Tus buenos hábitos, la práctica constante de virtudes y tu servicio a los demás, así como tu formación y oración diaria, te ayudarán a fortalecerte y prepararte.
Buscar a un director espiritual que te ayude en el proceso de tu discernimiento vocacional.
4Supera los obstáculos
Como en todo camino, hay obstáculos. Quizá tengas dudas, temores o incertidumbres; o probablemente también tentaciones por los males que nos ofrece el mundo, como el individualismo, la indiferencia, e incluso, el egoísmo, entre muchos otros.
Mantente en oración y rodéate de buenas amistades que te ayuden en el proceso.
Que tu misión esté siempre alineada a un bien mayor; si es en el matrimonio, construye una familia sana, con valores y anhelos por el cielo; si es en la vida religiosa, que tu testimonio sea luz para muchos; y si es en una profesión que sea para el bien común, como aquel médico que dedica su tiempo a buscar una cura o como aquella profesora que cuida y forma niños.
Sea cual sea tu llamado, que tu vocación esté siempre fundamentada en el Amor, como lo decía santa Teresita de Lisieux.