Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Al hablar sobre el efecto del ser humano en el planeta, lo habitual es acusar al hombre de destrozar la Tierra. Pero la ONG Manos Unidas está ofreciendo un nuevo enfoque: que las personas tienen en sus manos la mejora de la casa común.
"El ser humano tiene la capacidad de cambiar el mundo y puede hacerlo para bien, es hora de trabajar en las soluciones", asegura la ONG en su campaña de 2024.
Entre las soluciones destaca la instalación de energía solar y otras energías renovables, la construcción de infraestructuras seguras y sostenibles, la implantación de cultivos adaptados a climas cambiantes y agricultura responsable, reforestación y restauración de ecosistemas.
También la acogida e integración de los cada vez más numerosos migrantes medioambientales y una amplia labor de educación para el desarrollo.
Manos Unidas no ofrece teorías sino multitud de proyectos en marcha que ya están revirtiendo la pobreza, el hambre, la desigualdad y los problemas medioambientales.
Las propuestas de esta organización católica se basan en su experiencia en países del mundo que están sufriendo especialmente problemas medioambientales.
Una enriquecedora construcción
Proyectos como la construcción de una gran escuela en Mufumbwe, Zambia, que dirigió el misionero español Jorge López Martínez.
Según está explicando el sacerdote estos días en varias ciudades de la provincia española de Lérida, la experiencia ha sido un revulsivo para la zona.
La población autóctona se ha implicado para conseguir esa escuela, formándose y trabajando en comunidad, valorando y respetando las diferencias entre las personas.
El Padre Jorge recuerda agradecido cómo las mujeres del pueblo se ocupaban cada día del almuerzo para los que estaban trabajando allí.
Ellas le enseñaron que cuando se cocina su comida típica, la nshima, queda después un poco de harina bajo la cazuela donde se ha cocido. Y él aprendió que todo servicio deja un rastro.
Para agradecérselo, el misionero las invitó a ellas a ser las primeras en visitar la escuela cuando estuvo acabada. Y sus gritos y sus saltos de alegría al ver un aula de ordenadores, nunca antes vista en esa zona rural, fueron el mejor pago a tantos esfuerzos. Lo expresa su sonrisa nostálgica al contarlo.
Con él, toda la ONG Manos Unidas invita a colaborar recordando que la lucha contra la desigualdad climática es posible y depende de todos.