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Non est in toto sanctior orbe locus. "No hay lugar más santo en el mundo": la inscripción latina sobresale por encima de la capilla del Sancta Sanctorum, la bien guardada capilla de los Papas, a la que pocos tienen acceso. Es en este antiguo oratorio de los pontífices, que no está abierto a los visitantes, en el antiguo Palacio de Letrán, donde se conservan habitualmente las túnicas de los santos Pedro y Juan. Estas reliquias de contacto figuran entre las más preciosas de la cristiandad: son las que han dado nombre al "lugar santísimo".
Junto a las preciosas reliquias, se conservan aquí otros tesoros, como la cruz bañada en oro del Papa Sergio y el icono de Acheiopoiet, que no fue hecho por manos humanas, sino que se dice que fue pintado por san Lucas y los ángeles. Todos fueron redescubiertos en 1903, después de que un cerrajero consiguiera por fin romper los pesados candados que protegían el tesoro del Sancta Sanctorum en el interior de San Juan de Letrán, la capilla que fue residencia de los Papas desde el siglo IV hasta el XIV. La mayor parte de este tesoro fue transferido a las colecciones de la Biblioteca Apostólica Vaticana y después a los Museos Vaticanos, de acuerdo con un rescripto emitido por el Papa Juan Pablo II en 1999.
Avances en la investigación científica
Sin embargo, algunas reliquias siguen siendo de difícil acceso para el público en general debido a las delicadas condiciones en que se han conservado, como es el caso de los tejidos antiguos. Restauradas bajo la dirección de Emanuela Pignataro, estas dos piezas se presentan por primera vez, ya que los trabajos, que han durado cinco años, acaban de concluir.
El 23 de mayo, la túnica de san Pedro y la dalmática de san Juan Evangelista abandonaron su joyero del Palacio Lateranense para unirse a un nuevo relicario en el Vaticano, en una sala contigua a la Capilla Sixtina. Las dos reliquias fueron presentadas en el marco de un ciclo de conferencias titulado "Los jueves de los museos", en el que se pusieron de relieve los trabajos de conservación y restauración llevados a cabo por el Laboratorio de Tapices y Tejidos de los Museos Vaticanos, así como los avances de la investigación sobre la génesis de estas dos piezas.
Piezas únicas
La autentificación de estas preciosas reliquias se basa en un documento escrito por el Papa Gregorio Magno (590-604) y copiado en el siglo IX por el diácono Juan. En él se atestigua la presencia, entre las reliquias conservadas en Letrán, de una túnica y una dalmática, una de las cuales perteneció a san Juan Evangelista y la otra a san Pedro. El historiador del arte alemán Wolfgang Fritz Volbach apoyó esta atribución en los años cuarenta, basándose en los escritos de Gregorio Magno.
Aunque las fuentes históricas validan la atribución de las túnicas a los santos Pedro y Juan, por sí solas no bastan para autentificarlas. Tejidas a mano con lino y lana, en forma de "T" y adornadas con líneas decorativas en los costados, las mangas y los escotes, las prendas son típicas de los tejidos de la parte oriental de la cuenca mediterránea, entre los siglos I y IV. El patrón puede encontrarse en catacumbas paleocristianas. Cubiertas en su día con una tela roja, ambas se conservan ahora en marcos de cristal que las protegen de daños externos.