No existe lucha más importante en nuestro tiempo que la de aquellos que no han nacido. Esta afirmación cobra vida en el testimonio de Fernando Gutiérrez, un periodista español que, tras abandonar su fe a los 18 años, encontró su verdadera vocación en la defensa de los niños por nacer. Convertido en misionero, laico consagrado y fundador de la Misión de los Niños de María (Mary's Children) en Kenia, Fernando comparte con Aleteia su inspirador recorrido de fe y dedicación.
"A pesar de crecer en una familia católica, decidí abandonar mi fe a los 18 años," relata. "Me encontré durante muchos años con un vacío, ya que nada de lo que vivía me llenaba." Su vida dio un giro inesperado cuando, buscando un propósito mayor, llegó a Calcuta. Allí, junto a las Misioneras de la Caridad y bajo la influencia de la Madre Teresa, experimentó una profunda conversión.
Viví mi primer año de conversión en Calcuta, aprendiendo sobre la obra que Dios había hecho a través de ellas y de Madre Teresa"
Un llamado a salvar vidas
Fue en Calcuta donde Fernando encontró su verdadero llamado.
"Le pregunté al Señor qué quería de mí y me dijo que debía llevar a la Santísima Virgen María a los niños y madres en riesgo de aborto. Ella, Su Madre, se encargaría del resto".
Así nació la Misión de los Niños de María, con una clara visión: salvar vidas y acercar a las familias a la Iglesia católica.
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"Creemos que no existe lucha más importante en nuestro tiempo que la de aquellos que no han nacido," declara Fernando con convicción. "Es la guerra contra quienes no pueden defenderse, la guerra entre la vida y la muerte, el bien y el mal. Y Cristo ya ha vencido." La misión, aunque recién iniciada, ya cuenta con dos misioneros laicos consagrados y reza para que Dios envíe más obreros a Su Mies.
La principal labor de la misión en Kenia es salvar vidas de bebés en riesgo de ser abortados, por ello, trabaja en acercar a las familias a la Iglesia a través del sacramento del Bautismo y con una evangelización constante que les permita conocer la protección tan especial de la Virgen María.
"Nuestro Santo Patrono no puede ser otro que san José, fiel esposo y santo padre del Niño Jesús," explica Fernando. "Atendemos y acompañamos a madres como san José hizo con María. Ese debe ser nuestro ejemplo a seguir".
Fernando invita a todos a escuchar su corazón, donde Dios planta sus sueños de amor para el mundo. "En nuestro corazón, en silencio, Dios habla y nosotros escuchamos," afirma. "El mundo nos enseña a callar el corazón, pero es la mayor de las mentiras. En nuestro corazón, Dios nos habla."
La Misión de los Niños de María es un faro de esperanza en un mundo necesitado de amor y compasión. A través de la oración, el apoyo logístico y la devoción a la Virgen María, esta misión lucha por los más indefensos, recordándonos que cada vida es sagrada y merece ser defendida.