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La soltería es una etapa de la vida que puede llegar a ser muy controvertida, ya sea que se le considere buena o mala, las personas siempre tienen algo que decir sobre este ciclo que se mal cataloga como "tiempo desperdiciado" por no tener una pareja estable.
Se puede encontrar que en distintos sitios de internet, podcast, libros, artículos y más lugares, hablan sobre tener una "soltería plena, feliz", sin llegar a nombrar a Dios en esa fórmula. Se mencionan temas sobre el amor propio que, al carecer de un enfoque católico, no aportan una guía clara de lo que una persona debe hacer para llegar a amarse y vivir esta etapa de la forma más santa y útil posible.
La soltería es más profunda que solo pensar: “¿qué pasará mañana?", "¿con quién me casaré?", "¿qué será de mí?". Es un momento para dar la mirada a Cristo, acercarnos a Él y ver, en su Providencia, que nos donemos a los demás.
Erróneamente se ha catalogado a la soltería con unos adjetivos que no van de acuerdo al propósito divino para el cual fue creado, que es el tiempo de espera y acercamiento; si es bien utilizado, podemos llegar a la santidad a través de él.
Quiero que estén libres de preocupaciones. Y mientras el soltero está en situación de preocuparse por las cosas del Señor y de cómo agradar a Dios, el casado debe preocuparse de las cosas del mundo y de cómo agradar a su esposa”. 1 Cor 7, 32-33.
Como se menciona en esta cita Bíblica, la motivación de la persona soltera es buscar cómo agradar a Dios en todos los aspectos de su vida, ver la manera de encauzarlos para que el Señor sea el que destaque. Ya sea en tu servicio, al hablar con los demás o al ser tú ese familiar o amigo que está reflejando lo que es el Amor de Cristo de una forma que se pueda donar a todos.
Te presentamos cinco consejos que pueden servirte para redirigir ese amor que el soltero puede donar a su propia familia y comunidad:
1Disfruta de un tiempo con Dios
Inicia desde este momento a planificar los ratos de oración que tendrás con el Señor. Puede ser al despertar, al tomar los alimentos y/o al dormir. Además, no olvides pedir por la intercesión de la Virgen María. Rezar un rosario frecuentemente puede ayudarte a clarificar esas inquietudes del corazón que surgen naturalmente en esta etapa.
2No reces por menos, sino por más
Tus peticiones deben estar centradas en que Dios aumente esa bondad que puedes expresar, en ese amor que solo Él te puede dar para que se magnifique y se puedan crear cosas maravillosas. El mejor acto que puedes hacer dentro de tu oración es rezar por obtener las virtudes que Cristo nos enseñó.
3No pidas a Dios que se lleve el deseo de amar
Ante los malos comentarios o decepciones amorosas, se puede cometer el error de pedirle a Dios que nos aleje del sacramento del matrimonio, e incluso de la vida religiosa, olvidando que estamos destinados a ser mensajeros del amor de Cristo. Por ello, en tu momento de oración pide por un aumento de amor en esta espera, que vaya dirigido a los demás, reflejándolo a Él.
4El dolor de Cristo antes que el tuyo
Recuerda los dolores por los que pasó Cristo en su vida. Son momentos que pueden servir de reflexión para las flaquezas que se viven en la soltería. Cada vez que sientas temor a la soledad, acompaña a Jesús a través de la oración, meditando sobre ese momento cuando Él se quedó solo mientras era crucificado en la cruz.
5Materializa el amor de la soltería
Cristo nos enseñó a servir, así como lo hizo en la última cena, que se levantó de la mesa, tomó una toalla, vertió agua en una palangana y empezó a limpiar los pies de sus discípulos (Jn 13, 3-5). Este fue un acto donde su amor por sus hermanos se materializó.
El Señor pide eso mismo a cada uno de los solteros: que tomen sus dones, al igual que sus recursos para donar ese amor, de forma que puedan ser útiles y bondadosos con el prójimo. Por lo que puedes revisar tu entorno para descubrir en dónde puedes ayudar; ser ese pequeño Jesús que tomó una toalla junto con agua para servirle (y limpiarle el corazón) a los demás.
La soltería es un tiempo de reflexión
En esta etapa de la vida es cuando más se dispone de tiempo para buscar nuevas formas de acercarse, aprender, pero sobre todo, para prepararse para el siguiente ciclo de la vida. En todo proceso, decisión y acción que se rompe, no se debe de olvidar que la mirada siempre debe ir fija en Cristo, porque al hacerlo, no sentiremos más esa soledad de vacío, sino una soltería llena de amor y plenitud.