La vocación es un misterio insondable que no podemos comprender en su totalidad. El ESPÍRITU de Dios sopla dónde quiere y cuando quiere, sembrando vocaciones por el mundo, dando a cada persona un fin en sus vidas. Lo he visto muchas veces, personas que de pronto se sienten tocadas por Dios,
“Aquí estoy Señor”, le dicen.
Lo abandonan todo y van en su búsqueda.
¿Y tú? ¿Te sientes llamado por Dios?
Hay algunos que huyen, su llamado les incomoda, saben que deben dejar muchas comodidades, pero es imposible lograrlo. No tienen donde esconderse de Dios. Ni siquiera debajo de una mesa. Dios siempre te encontrará. ¿Acaso no lo sabes? “En Dios vivimos, nos movemos y existimos”. Él lo sabe todo.
El llamado de Dios te perseguirá, como su amor eterno, paternal, a donde quiera que vayas.
Él no es como nosotros que cambiamos de opinión de acuerdo a como vaya el viento o las circunstancias.
Sus deseos perduran eternamente porque son gestos de amor. Dios desea que amemos. Y trabajemos en el amor dando frutos de eternidad.
Dios te busca, te llama, te asigna un propósito y cuando das ese primer paso, que Él tanto espera, te concede las gracias y habilidades que vas a necesitar.
Recuerda, primero es el llamado, después la gracia.
Creces en valores, fortalece tu fe, reza con fervor. A esto te impulsa la gracia.
Me sonrió a veces cuando pienso en este personaje Bíblico, un hombre extraordinario, que veía a Dios cara a cara, pero que trató de esquivarlo y quiso salir huyendo cuando Dios lo llamó. Me encanta su pedido: “¿Por qué no mandas a otro?”
A veces me recuerdas a Moisés cuando Dios lo llama. Me encanta leer ese pasaje de las Escrituras. Te lo comparto. Es genial cómo Moisés trata de zafarse de Dios y cómo Dios lo acorrala, le cierra el camino para que no pueda escaparse, y lo hace con ingenio y ternura.
“Moisés dijo a Yavé: «Mira, Señor, que yo nunca he tenido facilidad para hablar, y no me ha ido mejor desde que hablas a tu servidor: mi boca y mi lengua no me obedecen.» Le respondió Yavé: «¿Quién ha dado la boca al hombre? ¿Quién hace que uno hable y otro no? ¿Quién hace que uno vea y que el otro sea ciego o sordo? ¿No soy yo, Yavé? Anda ya, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de hablar.» Pero él insistió: «Por favor, Señor, ¿por qué no mandas a otro?» Esta vez Yavé se enojó con Moisés y le dijo: «¿No tienes a tu hermano Aarón, el levita? Bien sé yo que a él no le faltan las palabras. Y precisamente ha salido de viaje en busca tuya y, al verte, se alegrará mucho. Tú le hablarás y se lo enseñarás de memoria, y yo les enseñaré todo lo que han de hacer, pues estaré en tu boca cuando tú le hables, y en la suya cuando él lo transmita.” (Éxodo 4)
¿A qué te llama Dios? ¿Cuál es tu vocación? ¿Estás huyendo de su llamado? ¿Tienes miedo de lo que te va a pedir?
Sabes que Dios te necesita, que eres especial para Él. ¿Cuánto más te vas a esconder de su llamado?
No imaginas la cantidad de personas que me escriben contándome fragmentos de sus vidas. Me comentan que sienten ese llamado, saben que Dios les llama, que es Él, pero temen decir que sí, no están seguros, dudan.
Nuestro ejemplo ha de ser la Virgen María. ¿Recuerdas lo que ella respondió?
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Dios te llama a la santidad, quiere que transformes el mundo, no lo dejes esperando, desea lo mejor para ti, porque te ama.