Don Bosco es un santo muy querido en mi país, por su vida ejemplar y ayudarnos a comprender la devoción a María Auxiliadora, amarla como Madre nuestra y saber que ella nos cuida y entender la importancia de la Eucaristía y la pureza del alma. La forma ejemplar como ayudó a los jóvenes sigue siendo un ejemplo en el mundo.
En las memorias biográficas de Don Bosco se narran 159 sueños que tuvo el santo. Al principio Don Bosco no les daba importancia y los contaba para provecho espiritual de los jóvenes. hasta que se dio cuenta que empezaban a cumplirse.
Sus sueños eran de muchos temas, casi siempre relacionados con la salvación de las almas y la vida de la Iglesia. En los sueños le anunciaban acontecimientos futuros.
Leí el libro “LOS SUEÑOS DE DON BOSCO” hace algún tiempo y me dejó muy impresionado. Debes leerlo, es un libro maravilloso, seguro podrás encontrarlo en tu librería católica favorita.
Les compartiré uno de sus sueños porque nos muestra con claridad algo en lo que he estado reflexionando: “¿Por qué a veces, me distraigo tanto en misa?”
El 28 de noviembre de 1861, el Santo le contó este sueño a los jóvenes en el Oratorio:
“Soñé que estábamos todos reunidos en la Iglesia y empezó la Santa Misa. Y entonces entraron al Templo muchos hombrecitos vestidos de rojo y con cuernos, o sea unos diablillos, y se dedicaron a distraer a los jóvenes mientras rezaban.
A uno les presentaban los elementos del deporte, a otros un libro, a varios un plato lleno de golosinas y a algunos les mostraban un armario en el fondo del cual había guardada una buena merienda. A algunos les traían el recuerdo de su pueblo a de su barrio y a otros les recordaban los detalles del último partido de juego.
Cada joven tenía un diablillo que trataba de hacerlo pensar en otras cosas y no en las oraciones que estaban haciendo.
Algunos diablillos estaban encaramados en el cuerpo de ciertos jóvenes y se entretenían en acariciarles y alisarles el cabello.
Llegó el momento de la elevación de la hostia, y al toque de la campanilla los jóvenes se arrodillaron, y todos los diablillos desaparecieron, menos los que estaban sobre el cuello, los cuales volvieron la espalda para mirar al lado contrario del altar.
Apenas terminó la elevación, volvieron los diablillos y se dedicaron otra vez de distraer a los jóvenes para que no pusieran atención a lo que estaban rezando.
Creo que la explicación de este sueño es que los diablillos representan las distracciones que nos vienen cuando rezamos. Si rezamos sin pensar en qué es lo que decimos, ni a quién hablamos, ni qué le pedimos, entonces la oración pierde mucha parte de su valor y de su poder.
Los que tienen el diablillo sobre el cuello son los que están en pecado mortal y no quieren dejar ese pecado. El diablo no se les va porque ellos le pertenecen a él, y a éstos les queda mucho más difícil que a los demás hacer oración”.
“Don Bosco, intercede ante Jesús por nosotros, ayúdanos a vencer nuestras pasiones y apartarnos de las ocasiones de pecado, valorar la Pureza del Alma, amar a nuestra santa Madre Iglesia, a Jesús Sacramentado, a María Auxiliadora, al buen san José y al Papa”.