¿Por qué nos permitimos ser irrespetuosos con nuestra pareja con actitudes que nunca tendríamos con desconocidos?
Una recriminación, un reproche, un grito… Todas las parejas conocen esas pequeñas molestias de cada día que pueden desembocar rápidamente en una discusión. Sin embargo, hay una solución simple para controlar las emociones de uno y evitar herir al otro.
En una pareja, durante una conversación animada o una discusión, el tono puede alzarse rápidamente. Las palabras dolorosas aparecen rápidamente, dejando que una tensión nerviosa permanezca flotando en el aire. Muchos de nosotros hemos experimentado este panorama antes. Entonces, ¿por qué a veces nos permitimos ser irrespetuosos con las personas cercanas a nosotros, especialmente con nuestro cónyuge, cuando probablemente no haríamos lo mismo con desconocidos?
La delicadeza, un secreto del buen vivir
Comunicarse con gente que conocemos es una cuestión de emociones, que son la base de nuestro comportamiento. Moldeada por nuestras emociones, nuestra forma de interpretar el mundo se vuelve diferente si estamos enfadados, celosos, asustados, enamorados…
Reaccionamos antes de ser conscientes de ello. Nuestras emociones a veces nos llevan “fuera de nosotros mismos”. Necesitamos tiempo para “adentrarnos” para ser conscientes de nuestra propia actitud ante estas situaciones. Esto nos permitirá ser más empáticos.
La ira, al igual que el miedo, es mala consejera. Para mantener el control de uno mismo, es bueno acostumbrarse a no reaccionar en el momento, para darse tiempo a dar un paso atrás y reflexionar.
Antes de explotar, comenta: “Estoy muy nervioso. Prefiero esperar a estar más tranquilo para continuar con este tema”.
La delicadeza de nuestra forma de hablar expresa la atención y el respeto que damos a los demás. Es tan necesario como los cuidados, grandes y pequeños, de los que tanto gozamos. ¿Acaso no es la clave para convivir con los demás?
Marie-Noël Florant (Asesora matrimonial y familiar)