La crisis sanitaria en el mundo genera muchas inquietudes, entre ellas las referentes al dinero. ¿Y si la Biblia pudiera aportar una respuesta a estas angustiantes cuestiones?
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Una lectura rápida del Evangelio, comparada con un anuncio publicitario atractivo, puede ser muy decepcionante. Jesús no promete abundancia de bienes, ni una vida que nos dispensara de un trabajo responsable.
Dios es muy práctico a la hora de cuidarnos. Solo Él sabe qué es lo que realmente necesitamos. De ahí que quiera evitarnos la ansiedad provocada por nuestro “querer más”, por nuestros deseos desmesurados.
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¿Qué es lo más valioso?
Nos falta confianza en Dios. Tenemos miedo a dejar nuestras vidas en sus manos. Se trata de un miedo espontáneo a que Dios no se ocupe realmente de nosotros.
Las desgracias que nos abruman tampoco arreglan nada. Son muchos los que viven estos días con angustia y ansiedad. La pandemia es un drama también económico para miles de personas. ¿Qué hacemos entonces?
Recordemos la película Titanic: la catástrofe no impide que Rose tenga confianza. En el sombrío océano de un mundo materialista, nuestras olas de estrés rompen contra el corazón de Jesús que es quien nos puede proporcionar una paz profunda.
La sobriedad que la vida nos impondrá ahora a muchos nos dará la mayor de las alegrías. Frente a preocupaciones tan angustiosas como el dinero, Jesús nos llama a otra inquietud: “Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mt 6,33).
Respetando esta orden, Dios da mucho. Comenzando por Sí mismo.
Paul-Marie Cathelinais