Orientación escolar o profesional, en la vida, los niños a menudo necesitan ser guiados para tomar decisiones importantes de las que a menudo depende su futuro. Pero ¿cómo ayudarles a tomar buenas decisiones?
Cuando nuestros hijos deben tomar una decisión relevante, a menudo acuden a nosotros en busca de consejo. Y en materia de consejos, hay que reconocer que, aunque la buena voluntad es indiscutible, los métodos empleados lo son mucho menos.
En general, se dispone de tres perspectivas.
- La perspectiva relajada: “Haz lo que creas”. Que por desgracia se puede traducir también por: “Apáñatelas tú solo”. Quien viene a pedir consejo, por lo general ya ha analizado lo que le indica su instinto y sabe bien que no es algo infalible. La versión romántica de la respuesta relajada sería: “Escucha tu corazón”. Que se arriesga a que se entienda como: “Haz lo que te plazca” o “Deja de pensar tanto”. Evidentemente, el corazón es un valor seguro, pero si actúa libre por su cuenta es bien capaz de decirle a un niño que deje sus estudios para vivir como se le antoje.
- Existe también la perspectiva científica: valoremos los pros y los contras. Se escriben todos los “más” en la columna izquierda y los “menos” en la columna derecha. Luego revisamos la lista y hacemos la cuenta. ¿Por qué este método es poco fiable y poco esclarecedor? Primero, porque pone todos los motivos en el mismo plano, pero sobre todo porque supondría un don del que no disponemos: ¡el de ver el futuro! Este enfoque llamado “consecuencialista” supone que podemos anticipar todos los efectos beneficiosos o nefastos de nuestra elección. ¡Imposible!
- La experiencia inversa, que mira hacia el pasado: la del viejo diablo. Dicho de otro modo: “Confía en mi vieja experiencia”. Consiste en hacer inventario de situaciones comparables a la que nos ocupa, para poder extraer de ellas una enseñanza, una ayuda para decidir. Es muy instructivo y a veces realmente fructífero aunque limitado: los jóvenes tienen tendencia a querer tener sus propias experiencias en la vida, cueste lo que cueste.
Así que, ¿cómo ayudarles?
Los tres pilares de santo Tomás de Aquino
Estas perspectivas no deben ser descalificadas, pero tienen valor para confirmar y no para inspirar una buena decisión. A quien quiera orientarse en sus elecciones, a quien quiera sentirse reafirmado en sus decisiones, a quien intente conducir su vida lo mejor posible, santo Tomás de Aquino ofrece no una receta, sino una brújula muy práctica.
Todas las buenas decisiones se apoyan en tres pilares, formando un trípode sólido y estable.
- Una vida moralmente buena, una vida susceptible de hacer feliz se abre a quien sabe evaluar el valor de sus actos: diferenciar entre el bien y el mal, y optar por el bien.
- Escoger el momento adecuado, es decir, las buenas circunstancias: esto implica conocerse bien.
- Por último, estar motivado por una intención buena: desear profundamente el bien y no simplemente el interés propio o el puro placer.
Aquí tenéis las tres cuestiones que plantear a tu hijo, el camino a proponer a la persona que venga a hablaros de sus pequeñas decisiones o necesite tomar grandes elecciones vitales.
Jeanne Larghero