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Cómo conservar a los amigos sin descuidar tu matrimonio

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Edifa - publicado el 01/06/20
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Para algunos puede resultar una misión imposible.

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“Recién casada, ya no me atrevía a organizar nada con mis amigas”, confiesa Anne. “Prefería quedarme con mi marido pero, sobre todo, me impedía a mí misma hacer como hacía antes. En el fondo, sufría un poco”, reconoce  2 años después de su boda.

Para Antoine, de 34 años, también recién casado, la situación fue a la inversa. “El primer mes, tenía tendencia a organizar mi tiempo libre como antes”. Sin embargo, su mujer no tardó en sincerarse: “Se sentía excluida y abandonada, pero no quería prohibirme que hiciera mis cosas”, comenta él.

Estos dos testimonios revelan que el matrimonio necesita reorganizar la vida con las amistades. ¿Una salida de chicas como las de antes o salir un fin de semana con los colegas es todavía posible o incluso deseable? ¿Dónde reside el término medio entre una casa de locos y una vida matrimonial encerrada en un cascarón?

¡No hay rivalidad!

Bénédicte Lucereau, consejera matrimonial, afirma: “Las amistades son necesarias para la vida matrimonial. ¡Es imposible vivir aislados en una burbuja!”.

Por su parte, Jean-Miguel Garrigues recuerda que el amor de la pareja y el amor entre amigos son “dos órdenes distintos que deben permanecer así para poder ser complementarios”. No es una cuestión de competencia. Se ha de encontrar un término medio entre la fusión, en la que deja de verse a los amigos de antes, y la independencia total en la que cada uno ve a sus amigos por su cuenta. En este término medio hay un buen trecho que descubrir y “un camino de conversión que recorrer”.

 “Cuando expliqué a mis amigos que ya no podía verles todas las noches de fútbol, algunos no lo comprendieron: creyeron que mi mujer me prohibía verles… A mí no me sentó bien y, poco a poco, hemos derribado los puentes”, comenta Antoine.

Por su parte, Alice recuerda que ese cambio sea suave, inconsciente incluso: “Algunas amigas llaman menos al yo quedar menos con ellas ”, recuerda Alice, casada desde hace tres años.

La amistad entre esposos es la base del amor

Aunque es necesario seguir en contacto con los amigos, Bénédicte Lucereau insiste en la importancia de  tener “libertad para elegir la frecuencia con la que se les ve”. ¿Por qué? Porque a partir de ahora el cónyuge tiene la prioridad.

“Si todos los jueves por la noche ceno con mis amigas”, explica Bénédicte, “eso implica que todos los jueves noche dejo de ver a mi marido, mi primer confidente”.

La asesora va aún más lejos al recordar que “la amistad entre esposos es la base del amor” auténtico. La amistad es uno de los motores de la vida en pareja. “Es la amistad la que perdura y se desarrolla. Con el paso del tiempo, aquello que buscábamos en la amistad antes del matrimonio va a desarrollarse en el seno mismo de la relación conyugal”.

Se trata de una dimensión no siempre fácil de comprender pero que es esencial. “Comprendí que realmente era la esposa de Hubert cuando dejé de sentir la necesidad de hacer tantas confesiones a mis amigas”, explica Hélène.  “En el fondo, ¡es él quien mejor me conoce!”.

Para Alice, muy acostumbrada a hacer confesiones a sus dos mejores amigas, el cambio no se produjo de forma espontánea. “Yo era muy poco prudente, contaba demasiadas cosas, y mi marido sufría por ello”. Esto hizo evolucionar su relación. “Hoy en día, cuento menos cosas por respeto a nuestra vida íntima. Cuando necesito un consejo, sé a qué amigas puedo confiarles qué cosas y cuáles son los límites que hay que respetar”.

En materia de confidencias no hay reglas, pero sí hay un buen criterio: la confianza. El cónyuge puede comprender que hacer confidencias a un amigo sea bueno para la pareja. Por amor, lo aceptará porque confía en ese confidente.

No obstante, las cosas se complican cuando el cónyuge no tiene confianza, cuando tiene la impresión de que las confidencias irán en contra de la relación conyugal o contra el bienestar del otro.

¿Cuándo y cómo se reevalúan las amistades?

Según el padre Jean-Miguel Garrigues, “la amistad es la revelación a otra persona del secreto del corazón, es el don de confiar a otro aquello que nos es más preciado”. Por tanto, a una pareja conviene plantearse la siguiente pregunta: ¿Esta amistad es obra del corazón? ¿Me siento libre delante de este amigo o amiga?

Todos esos criterios son valiosos porque pueden, por ejemplo, ayudar a los recién casados a elegir a sus testigos como amigos, seguros de que se embarcarán con ellos a vivir la ventura del matrimonio.

Así pues, en este contexto, los primeros años de matrimonio son decisivos, porque es capital lo que está en juego: es el momento de la construcción de la “comunidad conyugal”, según los términos que expresa Bénédicte Lucereau. “En esta construcción, compartir las intimidades personales de cada uno cuenta mucho” para alcanzar lo que san Juan Pablo II llama, en su teología del cuerpo, “la comunión de los esposos”.

Según la terapeuta, las amistades establecidas antes del matrimonio deben ser “reevaluadas a través del prisma de esta comunidad conyugal en construcción”.

¡Aceptar los amigos del otro no siempre será algo automático!

Se trata de abandonar la vida de solteros. Cuando uno se casa muy joven, como hicieron Hélène y Hubert, la ruptura es menos visible porque “los dos individuos terminan de construirse juntos como adultos”, señala Bénédicte Lucereau. Pero cuando uno se casa después de los 30, el viraje es más brusco y, a veces, doloroso. “Tuve problemas al dejar de planificar mis salidas como antes”, confiesa Alice.

“Estoy segura de en quién puedo contar de verdad”, asegura Alice, que tiene “amigas” que han criticado los cambios que el matrimonio ha provocado en su vida cotidiana. “Eso me ha abierto los ojos”, explica. “Me he dado cuenta de que me estaba aferrando a unas amistades que llevaban años en declive”.

El matrimonio ha sido para ella una “revelación”. Conversando de ello con su marido, ha tomado consciencia de que ciertas relaciones eran bastante superficiales y se basaban demasiado en obligaciones. “Ahora, le confío a él muchas cosas ¡porque sé que es el mejor juez!”.

Otro desafío: aceptar los amigos del otro. “Cuando se está enamorado, inconscientemente esperamos del cónyuge que lo comparta todo con nosotros, incluso nuestros amigos”, señala Bénédicte Lucereau. “¡Pero eso no siempre es posible!”.

Superar algo que pueda desagradarnos en los amigos del otro puede ser cosa difícil… Para lograrlo, la terapeuta ofrece el siguiente consejo: “Hacer un esfuerzo por descubrir qué hay de interesante en esa persona, aquello que establece el vínculo de amistad entre el cónyuge y esa amistad”.

En cualquier caso, advierte, “nunca hay que despreciar los lazos de amistad del cónyuge, porque la amistad es un auténtico regalo”. Tanto más cuanto que permite descubrir cómo es el esposo o esposa en un contexto diferente.

De los amigos de cada uno a los amigos “escogidos” juntos

De una manera más profunda, las amistades permiten “evitar la fusión, son como el oxígeno para los recién casados”, explica Bénédicte Lucereau. “A través de las amistades, la pareja enriquece su relación porque se confronta con los demás”. Pero son también los amigos quienes hacen de la pareja un hogar. “Es el mismo impulso del corazón que permite a la pareja acoger a los hijos y a los amigos”, confía Madeleine.

Según Alice, la hospitalidad es además uno de los motores de su pareja: “Cuando invitamos a los amigos a cenar, es también porque estamos felices de compartir con ellos nuestra alegría de amarnos”.

Con su esposo, escogió este pasaje de la Carta a los hebreos para su misa de boda: “No se olviden de practicar la hospitalidad, ya que gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a los ángeles” (He 13,2).

Los amigos son, en definitiva, aquellos con quienes nos relacionamos como pareja y que forman parte de la historia de la relación. Un regalo que se verifica en las dificultades y que se convierte en un auténtico apoyo. 

Las relaciones de amistad, nacidas antes o después de la formación de la pareja, evolucionan y se transforman con ella. Después de casarse, es importante aprender a gestionar esas amistades de forma individual y en pareja para preservar el matrimonio. Esta remodelación resulta ser una hermosa ocasión para redescubrir el tesoro de la amistad para la vida de pareja.

Anna Latron

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