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¿Cómo permanecer unido a tu pareja a pesar de su muerte?

ALONE
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Edifa - publicado el 02/11/20
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Cuando fallece uno de los esposos, el vínculo jurídico y sacramental que les unía desaparece, lo que no implica que su amor se extinga.Al contrario, el amor de la pareja está llamado a crecer y a estar ¡más vivo que nunca!

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Después del fallecimiento de su alma gemela, el cónyuge que permanece sabe que quien se ha marchado sigue presente en su corazón. Se trata de una presencia real. Como Cristo se encuentra en nuestro corazón y es uno con todos los miembros de su Cuerpo místico, tenemos derecho a pensar que nuestros difuntos habitan en nuestro corazón, amándonos y rezando por nosotros.

Si sufrimos pensando que deberíamos haberles pedido más perdón cuando aún estaban en la tierra, recordemos que, en su eternidad, ¡no tienen ningún problema para perdonarnos!

“Compañeros de eternidad”

Sin duda, el o la cónyuge que queda puede fundar un nuevo hogar y recibir una vez más el sacramento del matrimonio. Si es una viuda, ¡tendrá en el Cielo a dos hombres que la cortejarán y no se le acusará de bigamia!

En tiempos de Jesús, los saduceos –los que no querían escuchar hablar de resurrección de los muertos bajo el pretexto de que los primeros libros de la Biblia no hablan de ello– se servían de este ejemplo para burlarse de los fariseos que creían en ello. Se contaban de broma la historia de una mujer que se había casado con siete maridos sucesivamente. “‘Respóndenos: cuando resuciten los muertos, ¿de cuál de los siete será esposa, ya que lo fue de todos?’. Jesús les dijo: ‘Están equivocados, porque desconocen las Escrituras y el poder de Dios. En la resurrección ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que todos serán como ángeles en el cielo’” (Mt 22,28-30).

Jesús no dice que nos convertiremos en ángeles porque, precisamente, recuperaremos nuestro cuerpo. Pero será tal cuerpo de gloria que seremos como ángeles, es decir, que nuestro cuerpo y nuestra sexualidad estarán transfigurados hasta el punto en que podremos amar a varias personas a la vez y manifestarles este amor con gestos “angélicos”.

Pero no faltan viudos y viudas que deciden no volver a casarse y que prefieren vivir la prueba de su viudedad como un noviciado, como una última preparación para la realización plena de su amor. Creen de todo corazón que los años más hermosos de su matrimonio están por llegar, con la diferencia de que serán siglos interminables. ¡Sin un segundo de aburrimiento, sin la sombra de una disputa, sin un malentendido o una envidia!

¡“Compañeros de eternidad” para siempre! En un discurso de 1957 a los viudos, Pío XII les dijo: “Aunque la Iglesia no condena las segundas nupcias, señala su predilección por las almas que quieren seguir fieles al esposo/a y al simbolismo perfecto del sacramento del matrimonio. La prueba se convierte en una oportunidad para una unidad más profunda, sabiendo que el otro/a es feliz en Dios. Se experimenta el aprendizaje de la eternidad”.

Padre Pierre Descouvemont

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