La solemnidad de la Epifanía celebra la llegada de los magos venidos de Oriente para adorar al Niño Jesús en Belén. Oro, incienso y mirra, estos son los regalos que Le ofrecieron. Y nosotros, ¿qué ofrendas podemos hacerle a Jesús el día de esta fiesta?Los magos están cargados de regalos que no son solamente objetos preciosos y caros. A través de sus ofrendas, reconocen la dignidad del Niño recién nacido: es rey, es Dios, es hombre. Pero ¿qué regalos podemos ofrecerle nosotros en este día de Epifanía?
Oro
Al rey le corresponde el oro, símbolo de riqueza y de fasto. El sanctasanctorum del Templo de Jerusalén estaba tapizado de oro, una manera de adorar a Dios, rey del mundo:
“Salomón recubrió de oro fino el interior de la Casa e hizo pasar cadenas de oro por delante del lugar santísimo, al que revistió de oro. Toda la Casa la recubrió íntegramente de oro, y también recubrió de oro el altar para el lugar santísimo” (1 Re 6, 21-22).
Incienso
A Dios le corresponde el incienso de la oración que sube hacia él:
“Que mi oración suba hasta ti como el incienso, y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde” (Sal 141, 2).
Y además:
“Y recibió una gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oración de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono” (Ap 8, 3).
Mirra
La mirra es el perfume de la consagración:
“Tu Dios (…) te consagró con el óleo de la alegría: tus vestiduras exhalan perfume de mirra, áloe y acacia. Las arpas te alegran desde los palacios de marfil” (Sal 45, 8-9)
También es el anuncio de los sufrimientos del Señor, verdadero hombre entre nosotros. Está escrito en Cantar de los cantares (1, 13):
“Mi amado es para mí una bolsita de mirra que descansa entre mis pechos”.
En relación a este versículo, san Bernardo dijo:
“Cuando me convertí me di cuenta que me faltaban toda clase de méritos. En su lugar traté de hacerme con esa bolsita para colocarla entre mis pechos, introduciendo en ella todas las ansiedades y amarguras de mi Señor (…). Entre tantas ramitas de esta planta balsámica no olvidé la mirra que bebió en la cruz, ni aquella con que lo ungieron en el sepulcro”.
La vida de Jesús está entera perfumada de mirra, desde la de los magos hasta la de Nicodemo, que fue “a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe” (Jn 19, 39).
Bienes materiales, oración y fe
También nosotros en ese día podemos postrarnos y adorar a Jesús decidiendo ofrecerle oro, dando una limosna con nuestros bienes materiales; incienso, con una renovación de nuestra vida de oración, y mirra, depositando nuestra fe en Su humanidad que nos ha salvado.
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