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Descubre tu manera de pedir perdón

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Edifa - publicado el 12/01/21
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De nuestro temperamento depende nuestro lenguaje del perdón. Hay varias maneras de pedir perdón. Identifica la tuya.

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Dependiendo de nuestro temperamento, el lenguaje del perdón puede tomar diferentes formas. Gary Chapman, consejero matrimonial, pastor y conferencista sobre matrimonio y familia, ha identificado cinco idiomas de disculpa. ¿Cuál sería el tuyo, y puedes descifrar el que usan las personas de tu alrededor?

Torpeza o maldad, un rasguño o una bofetada en la cara… tantas ofensas que dañan la relación, cuando no la rompen. A veces, a pesar de una petición de perdón, la harmonía de antes no regresa. Y sin que podamos explicarlo. Según Gary Chapman, la razón es simple: no hablamos el mismo lenguaje del perdón que la otra persona. ¡Pero se puede aprender! “Hay cinco aspectos básicos en las disculpas. Los hemos llamado los cinco idiomas del perdón. Cada uno es importante. Pero uno (o más) en particular tendrá mayor impacto con cada persona”, dice el experto en su libro The five languages of apology [Los cinco lenguajes del perdón: aprendiendo a disculparse y descifrando la disculpa de los demás]. Conocerlos permite utilizar el lenguaje más apropiado, dependiendo del individuo y de la situación.

Cuando usas el lenguaje del perdón con el que la gente en tu vida se identifica, les ayudas a perdonarte de verdad”, dice Chapman. “Si no les hablas de una forma que vayan a entender, no estarán seguros de que eres sincero.” Entre marido y mujer, padres e hijos, amigos y colegas, aprende a descifrar el lenguaje de la disculpa para lograr un perdón genuino y una profunda reconciliación.

Expresa arrepentimiento: “Lo siento”

Un simple “lo siento” puede jugar un papel clave en la recuperación de la relación. La ausencia de esta frase puede parecer evidente para algunas personas. Si la persona culpable no se da cuenta de que ha olvidado estas “palabras mágicas” puedes estar seguro de que la persona con la que habla sí que se da cuenta…

¿Perdón por qué? Una disculpa tiene más efecto si es específica. Si dejo plantado a alguien con quien tuve una cita en el cine, no sólo diré: “Siento haber perdido la película”. La persona quedará más convencida si enumeras las consecuencias de tu ausencia para ella: “Sé que saliste de casa a tiempo interrumpiendo lo que estabas haciendo. Tenías que conducir en la hora punta. Tuviste que esperar y estabas preocupado por mí”, etc. Estos detalles revelan que no estás minimizando tu culpa y dan a entender a la persona ofendida que comprendas cuánto daño le has hecho.

Evita el “pero”… El arrepentimiento sincero no debe ir acompañado de restricciones. Como hermanas, Iris y María se encontraban a menudo en conflicto. Cada una quería una mejor relación, pero ninguna de las dos sabía cómo hacerlo. Cuando le pregunté a María, “¿Iris se disculpa cuando se enfada?” Ella respondió: “Se disculpa todo el tiempo, aunque suele concluir diciendo: ‘Pero me gustaría que dejaras de denigrarme por no tener tantos estudios como tú.’ Su disculpa es como otro golpe más.”

Cada vez que culpamos al otro, pasamos de la disculpa a la ofensa. No del perdón a la reconciliación.

Reconoce tu responsabilidad: “Me equivoqué”

Como jefe, Luis solía mantener la calma, pero ese día perdió la paciencia. Se dirigió a uno de sus empleados con dureza. Sus palabras fueron justas y sus reproches necesarios, pero expresados con ira. Este tipo de comportamiento tiende a romper las relaciones. Una simple disculpa podría cambiarlo todo; implica reconocer su error.

¿Por qué es tan difícil para algunos de nosotros decir “me equivoqué”? Muy a menudo, nuestra reticencia a reconocer nuestros errores está ligada a nuestro sentido de autoestima. Admitir que nos hemos equivocado es visto como una debilidad. Podemos decirnos: sólo los perdedores se confiesan. En realidad, todos cometemos errores. Un adulto maduro aprende a asumir la responsabilidad de sus propios errores. Los adultos inmaduros nunca dejarán de intentar justificar sus errores.

Aceptar la responsabilidad es, en esencia, una voluntad de asumir la responsabilidad. Para muchas personas, sin embargo, la parte más importante de una disculpa es el hecho de reconocer la mala conducta del infractor. Como dijo un testigo: “Decir ‘lo siento’ no es suficiente. Quiero asegurarme de que entienda que lo que hizo estuvo mal”.

Arregla: “¿Qué puedo hacer para arreglar las cosas?”

Para algunos, la frase “Tratarte así estaba mal” debería ir seguida de “¿Qué puedo hacer para demostrarte que aún te aprecio?” Sin este intento de reparación, la persona ofendida dudará de la sinceridad de la disculpa. Seguirán sintiéndose no queridos, aunque les digas: “Lo siento. Me equivoqué”. Él o ella necesita asegurarse de que la relación siga teniendo un fundamento sólido.

La pregunta entonces es cómo podemos compensar el daño causado. Para reparar, a menudo tendrás que hacer algo más que hablar estos cinco idiomas. Puede requerir un reembolso (de un coche dañado, un reloj roto, etc.) o la restauración de algo (de una reputación o dignidad).

Si no está seguro de lo que la persona ofendida valorará como un remedio adecuado, pregúntale. Algunos ejemplos de preguntas: “Lamento haber ofendido tu reputación. ¿Acaso debería disculparme públicamente contigo?” O, “He roto esa promesa un millón de veces. ¿Quieres que esta vez la ponga por escrito?”

Voluntad de cambiar: “Intentaré no volver a hacerlo nunca más”

Los que hablan el lenguaje del perdón necesitarán, para convencerse de la sinceridad del infractor, que su comportamiento cambie y que no cometa la misma falta la semana siguiente. La condición del arrepentimiento sincero es, por lo tanto, la voluntad de cambiar. Implica reconocer que lo que hicimos estuvo mal, que hirió a la persona que amamos. El creyente podrá pedirle a Dios su ayuda.

A menudo me ha sido útil escribir en una tarjeta los cambios a realizar y luego pegarla en el espejo delante del cual me afeito por la mañana. Es una forma de priorizarlos. De esa manera, los tengo en mente todo el día. La escritura también te permite aclarar tus ideas y hacerlas más concretas. Puedes empezar escribiendo una frase como: “Intentaré no culpar a los demás por mis emociones negativas”. Entonces, piensa en cómo poner en práctica esta intención básica. En vez de plantearlo así: “Estoy enfadado porque tú….” podría ser “Estoy enfadado porque la situación….”

Verás que un plan específico es más fácil de poner en práctica que una intención general. Y al ponerlo en práctica, demostrará a la persona ofendida tus buenas intenciones.

Pide disculpas directamente: “¿Me perdonas?”

Has reconocido tu error. Has expresado tu arrepentimiento. Puede que hayas ofrecido una reparación. ¡Pero eso no siempre es suficiente! Cuando preguntamos, “¿Qué esperas encontrar en una disculpa?” alrededor de uno de cada cinco (21%) dicen, “Espero que él (ella) se disculpe conmigo. Pedir perdón muestra que estás dispuesto a poner el futuro de la relación en manos de la persona ofendida”.

“¿Me perdonas, verdad?” No puedes responder a esa pregunta por la otra persona. Perdonar o no perdonar, la decisión es suya. Y el futuro de la relación depende de esa decisión. Se te quita el control de la situación, y para algunas personas eso puede ser extremadamente incómodo.

No exijas perdón. No podrá obtenerlo de esa manera, por su propia naturaleza. Perdonar consiste en levantar el castigo y dejar que la persona vuelva a ocupar su lugar en nuestras vidas. “Me importa nuestra relación. Así que elijo aceptar tus disculpas y no pedir justicia.” Es sobre todo un regalo. Un regalo que se exige ya no es un regalo. Si he herido a alguien, no estoy en la posición del monarca que, desde su trono, tendría derecho a juzgar al ofendido culpable de tener un corazón despiadado. Tampoco debo incitarlo a que se culpe por no perdonarme. Eso sería manipulación.

Stéphanie Combe


PRZEBACZENIE
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