Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es una advocación de la Santísima Virgen que tiene origen en un icono de Creta.
En el siglo XV, un comerciante se llevó el cuadro de Creta y embarcó para viajar por aguas del Mediterráneo. Hubo una tormenta y el hombre tomó la pintura en brazos, la puso en alto y todos los viajeros se encomendaron a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. El mar entonces se calmó y todos sobrevivieron.
Como fruto de aquel milagro, el comerciante la llevó a Roma. Un tiempo después enfermó. Viendo que iba a morir, le hizo prometer a un amigo que colocaría la imagen de la Virgen en una iglesia importante. Pero la esposa de este se encariñó del icono y no quería desprenderse de él.
La Virgen se apareció varias veces al hombre y le pedía que mostrara el icono en público, pero él no hacía caso. Hasta que finalmente enfermó y murió. Entonces la Virgen se apareció a su hija, una niña de 6 años, y le repitió el mensaje. Esta se lo contó a su madre y la viuda se asustó. Una vecina que conoció lo que había sucedido, se burló pero luego comenzó a sufrir dolores y se arrepintió. Tocó el cuadro de la Virgen compungida y notó que sanaba.
Nuestra Señora se mostró de nuevo a la niña y le indicó claramente que el icono se debía exponer en la iglesia de san Mateo, que quedaba entre la basílica de Santa María la Mayor y san Juan de Letrán. Así se hizo y comenzaron a obrarse milagros por su intercesión.
La imagen sufrió más cambios de lugar. Napoleón, siglos más tarde, destruyó muchas iglesias de Roma y un padre agustino, para preservarla, la ocultó y posteriormente el icono se colocó en una capilla agustiniana en Posterula.
Por su parte, los Redentoristas construyeron la iglesia de san Alfonso sobre las ruinas dela iglesia de san Mateo. Al investigar, descubrieron la historia del icono y quisieron cumplir el mensaje de la Virgen, así que solicitaron al papa Pío IX que la imagen regresara al lugar. El Papa no solo accedió sino que mandó que expandieran la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
La imagen original está hoy en el altar mayor de la iglesia de san Alfonso, en Roma.
El icono tiene unas características singulares: recuerda que la Virgen cuida al Niño Jesús y con Él a todos nosotros.
En la imagen, los arcángeles Miguel y Gabriel muestran al Niño los instrumentos de la Pasión, a lo que el pequeño Jesús responde agarrándose a los brazos de su Madre. Es una clara enseñanza de que nosotros también podemos hacer lo mismo y acudir siempre a Nuestra Señora.
La festividad de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se celebra el 27 de junio.
Es patrona de los Redentoristas, de los corredores de seguros, de los protésicos dentales, del cuerpo de Sanidad Militar de las Fuerzas Armadas de España, de Haití y de muchas localidades de Hispanoamérica.
¡Santísima Virgen María, que para inspirarme confianza habéis querido llamaros Madre del Perpetuo Socorro!
Yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte.
Concédeme, ¡oh, amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Vos; porque estoy cierto de que, si soy fiel en invocaros, Vos seréis fiel en socorrerme.
Alcanzadme, pues, la gracia de acudir a Vos sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de que obtenga vuestro perpetuo socorro y la perseverancia final.
Bendecidme y rogad por mí ahora y en la hora de mi muerte. Así sea.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Rogad a Jesús por mí, y salvadme.
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