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Un video que describe el Monte Tabor, lugar en Tierra Santa que fue testigo de la Transfiguración del Señor.
Descubre con nosotros este enigmático monte solitario que domina el valle de Yizreel.
A 558 metros sobre el nivel del mar, su aislamiento y forma cónica —que sugiere la de un volcán —, el Tabor fue desde la remota antigüedad un lugar de culto pagano cananeo. Identificado desde el cristianismo primitivo como el lugar de la Transfiguración, albergó en su cima un santuario, mandado construir por la misma santa Elena. Fue desde el principio un lugar de oración donde se congregaron ermitaños y monjes.
Tras la destrucción de los sarracenos en el siglo XIII, el monte quedó abandonado hasta la vuelta de los franciscanos, que con muchas dificultades lograron construir la basílica actual.
¿Cómo sabemos que es el lugar de la Transfiguración?
Según los relatos del Antiguo Testamento, fue en las inmediaciones del Tabor donde Débora reunió en secreto a diez mil israelitas al mando de Barac, que pusieron en fuga al ejército de Sísara (Cfr. Jc 4, 4-24).
Allí mataron los madianitas y amalecitas a los hermanos de Gedeón (Cfr. Jc 8, 18-19); y una vez conquistada la tierra prometida, el monte delimitó las fronteras entre las tribus de Zabulón, Isacar y Neftalí (Cfr. Jos 19, 10-34), que lo tenían por sagrado y ofrecían sacrificios en su cumbre (Cfr. Dt 33, 19). El profeta Oseas fustigó ese culto porque, sin duda, en su tiempo no era solo cismático, sino también idolátrico (Cfr. Os 5, 1).
Finalmente, encontramos una prueba de la fama del Tabor en su uso como imagen literaria: el salmista lo une al Hermón para simbolizar en los dos todos los montes de la tierra (Cfr. Sal 89, 13); y Jeremías lo compara con el descollar de Nabucodonosor sobre sus enemigos (Cfr. Jr 46, 18).
Aunque en el Nuevo Testamento no aparece citado por su nombre, la tradición enseguida identificó el Tabor con el lugar de la transfiguración del Señor: se llevó con él a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a un monte para orar (Lc 9, 28-33; Mt 17, 1-4; Mc 9, 2-5).
Lugar de culto desde la antigüedad
La exploración arqueológica en el Tabor ha puesto de manifiesto la existencia de un santuario en el siglo IV o V —que algunos testimonios antiguos atribuyen a santa Elena—, construido sobre los vestigios de un lugar de culto cananeo.
Más adelante, las narraciones de algunos peregrinos de los siglos VI y VII se refieren a tres basílicas, en recuerdo de las tres tiendas mencionadas por san Pedro, y a la presencia de un gran número de monjes. De hecho, se ha encontrado un pavimento en mosaico de esa época, y consta que el Concilio V de Constantinopla, en 553, erigió un obispado en el Tabor.
Durante la dominación musulmana, aquella vida eremítica fue decayendo, y en el año 808 se encargaban de las iglesias dieciocho religiosos con el obispo Teófanes.
Aunque en el Nuevo Testamento no aparece citado por su nombre, la tradición enseguida identificó el Tabor con el lugar de la transfiguración del Señor