La misa es la renovación del sacrificio de la cruz, el momento de la entrega total de Cristo por cada unoReconocer el valor de la misa requiere -como cualquier acto de amor- un proceso. Comúnmente se dice que nadie ama lo que no conoce. Por eso vale la pena esforzarse por conocerla.
¿Qué es la misa?
Comencemos por recordar las palabras con las cuales Jesús instituyó la eucaristía en la Última Cena:
“Hagan esto en memoria mía” (Lc 22, 19).
La frase está en imperativo. Jesús no está pidiendo un favor, está ordenando algo: que celebremos la Eucaristía en su memoria. ¿Para qué? Para recibirlo a Él, para recibir los beneficios de la redención, para reforzar nuestra comunión con Él, para tener vida espiritual,…
Y Jesús también dijo:
“Yo soy el pan vivo bajado de cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 35-58).
San Pablo preguntará a los Corintios:
“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?“(1 Cor 10, 16).
Y además dice san Pablo:
“Quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación” (1 Cor 11, 27).
La Santa Misa es la renovación del mismo y único Sacrificio de la Cruz bajo las especies de pan y vino como en la Última Cena, y que Cristo instituyó con las palabras “Haced esto…”.
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Jesús, la última vez que celebró con sus apóstoles la cena pascual antes de su Pasión, quiso instituir la Eucaristía. Así quería quedarse para siempre en la historia humana.
Así haría presente en todos los tiempos su sacrificio de la Cruz, que iba a ofrecer horas después, dando a la vez su cuerpo y su sangre como alimento para la vida sobrenatural del alma de las personas.
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En la Última Cena Cristo instituyó el convite pascual por medio del cual el sacrificio de la Cruz se vuelve continuamente presente cuando el sacerdote, que representa a Cristo, realiza la acción que el mismo Señor cumplió y ordenó a sus discípulos que hicieran en su memoria.
¿Por qué ir a misa?
Jesucristo no ha muerto por la humanidad en general, sino por cada hombre en particular, por ti y por mí concretamente.
La muerte de Jesús en la Cruz es el momento de su entrega total por mí. Me tiene presente a mí en concreto. Por eso Él quiere y es justo que yo esté allí.
Los elementos litúrgicos de la misa son el altar, los ornamentos sacerdotales, el cáliz, el vino de uva, la patena, las hostias (pan ázimo o sin levadura), el leccionario (libro de las lecturas), el libro para la oración de los fieles, el misal, el tabernáculo, el ambón, las vinajeras, los paños litúrgicos (corporal, purificador, palia), los cirios, el mantel, el crucifijo, la sede.
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