Santa Teresa responde a la fragmentación del hombre de hoy con su experiencia elemental, según la directora italiana de la revista “Huellas”
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La responsable de la publicación en español del movimiento católico Comunión y Liberación, Carmen Giussani, “entrevista” a la santa abulense en el número de octubre, utilizando textos de ésta, porque “me une a ella una simpatía vertiginosa y carnal”, asegura, desde los 24 años. De la reformadora del Carmelo, le fascina “el hablar franco y llano que refleja un alma clara, firme y apasionada. Sin medias tintas” y subraya que acudir a ella es camino de integración de nuestra persona, pues “como modernos, sufrimos confusión, inestabilidad, inseguridad…
-¿Qué relación tiene una italiana con una dilatada estancia en Madrid, con Teresa de Cepeda y Ahumada?
Somos simplemente amigas, amigas del alma. Don Giussani me enseñó que a Cristo me une una simpatía “vertiginosa y carnal” como la del niño pequeño con su madre. Con Teresa me pasa algo así, me une a ella una simpatía de este calado.
-En la revista que dirige, “Huellas”, ha realizado una entrevista a la Santa, respondiendo con textos de ella, con lo que manifiesta su ensimismamiento para la que celebramos sus 500 años, ¿cuándo le comenzó esta pasión?
Pertenezco a los Memores Domini, una asociación de laicos nacida del carisma de Comunión y Liberación. Cuando tenía 24 años, y ya estaba en el noviciado, una amiga queridísima, psiquiatra, muy lista, experta en humanidad, me habló de El libro de la vida de Teresa de Jesús. La leí en italiano, por curiosidad. Entonces, no me llamaron la atención más que algunos pasajes sobre la humanidad de Cristo. Con eso me quedé. Y no es poco. Luego, cuando vine a España con 30 años, enseguida lo leí en castellano. Me fascinó el lenguaje, pero todavía no estaba preparada, no se me concedió el aire fresco de la Gracia.
En 2008, me operaron de un desprendimiento de retina del ojo izquierdo. Cuando el médico, por fin, me dio permiso para leer con el ojo derecho, teniendo el izquierdo tapado, alargué la mano y en la mesilla de noche estaba un librito diminuto con las obras de Teresa. Belén, una amiga mía que murió al poco tiempo de un tumor, me lo había regalado. Todas estas circunstancias –la vocación, el tiempo, la necesidad, la amistad y el amor que da sentido al sufrimiento– concurrieron a mi encuentro definitivo con Teresa.
-¿Cuáles son los aspectos que le fascinan más de la Doctora de la Iglesia?
Lo primero, la presencia humana de Cristo. No hace falta recibir dones místicos para gozar de ella, basta la fe.
Lo segundo, que solo amamos a Dios humanamente amando a las personas que nos rodean. Es un camino que no tiene precio. La vida de comunidad es una maravilla que no tiene precio, porque es la presencia misma del Verbo encarnado, que me lleva hasta la estancia nupcial del castillo interior.
Tercero, para ella la amistad es una virtud. Don Giussani comparte con Teresa esta hermosa verdad.
Por ultimo –de lo contrario no acabaría nunca–, el hablar franco y llano que refleja un alma clara, firme y apasionada. Sin medias tintas.
-A su juicio, ¿cree que su vida y vivencia pueden llegar a los hombres y mujeres del siglo XXI?
He tratado de expresarlo en la entrevista en Huellas. Como modernos, hoy sufrimos una debilidad del sujeto tremenda: fragmentación, confusión, inestabilidad, inseguridad… A todo esto responde Teresa con su experiencia elemental: solo Dios basta para la razón, esto es, para un corazón humano. Claro está, queda el problema del método, de cómo aprender a vivirlo.
-Si Teresa de Jesús viviera hoy, ¿la seguiría en sus correrías y se haría carmelita?
Don Giussani me ha educado a que, si la Iglesia lo necesitara y lo pidiera, yo, como Memores Domini
, podría servirle entrando en las Misioneras de la Caridad o en un convento de clausura o yendo a África de misión. Seguiría a Teresa ciertamente, pero prefiero seguirla hoy, en mí día a día.
-¿Cree que Teresa se quejaría del mundo que tenemos montado, como hacemos muchos católicos?
Perdóname, pero creo que es una pregunta mal planteada. Dios se hizo hombre porque ama al hombre y al mundo que ha creado. Yo procuro amar al mundo hoy y a los hombres que son como son. Además, los ¡ay! de Teresa, sus quejas, son amorosas. Creo que amar a Dios es amar la verdad de cada cosa.
-¿Qué itinerario nos recomienda para no embarrancarnos en el tsunamis de celebraciones del V Centenario y poder "vivirla" más y mejor?
No soy ninguna especialista. Simplemente, amiga. Lo más sabio me parece aprovechar las palabras y las obras unidas. Si conocemos a alguien que vive lo que Teresa escribe, yo partiría de allí. Trataría de conocerle, de trabar amistad con él.
Para mí, el padre Tomás Álvarez y sor Carmen Pérez han sido y son el rostro vivo de Teresa en mi camino. Luego iría a la lectura de algunas páginas de sus obras, mejor si alguien nos las sugiere. Porque la lectura de sus obras enteras puede resultar complejo para algunos, y al final distraer.
-¿Un última nota?
De la Vía pulchritudinis hablaba Benedicto XVI. La belleza del castellano recio y femenino de Teresa abre puertas en quiénes lo disfrutamos.